El ratón de biblioteca (1850), de Carl Spitzweg.El ratón de biblioteca (1850), de Carl Spitzweg.

Es usted de esas personas que cuando pasa por el escaparate de una buena librería comienza a salivar? ¿Se disgusta cuando observa que un libro no tiene hojas de cortesía? ¿Espera con ansiedad la llegada del cartero o del mensajero cuando sabe que le traen un ejemplar deseado? ¿Las estanterías de su biblioteca se arquean peligrosamente por el peso de los libros colocados en una doble fila? ¿Vive en un almacén de libros más que en una casa? Cuando viaja, aunque sea sólo para pasar fuera un fin de semana, ¿mete en la maleta al menos un par de novelas? Y si compra un libro antiguo, ¿lo abre con cuidado, lo olfatea y recorre con sus dedos el volumen de modo casi lascivo?

Le daremos un diagnóstico irreversible: es usted bibliófilo, bibliómano, bibliópata y/o «enfermo del libro», como sentencia el escritor Miguel Albero. Uno no está del todo de acuerdo con eso de ser un enfermo del libro, porque como afirmaba el crítico Cyril Connolly en el maravilloso artículo Fiebre bibliófila, recogido en el volumen misceláneo La caída de Jonathan Edax y otras piezas breves, “un coleccionista de libros es como un farero que ofrece refugio a los viajeros agotados y perseguidos por las inclemencias que se dirigen hacia un puerto resguardado”.

Ahora se puede coleccionar de todo gracias a la globalización, desde los típicos sellos, plumas estilográficas, cromos, billetes, postales, muñecas, botellas de cerveza o dispensadores de golosinas Pez, hasta las extravagantes colecciones de rizos de vello púbico (ver la película La escopeta nacional, de Luis García Berlanga), vehículos militares en 1/43, fotografías de lápidas de cementerios o esvásticas nazis originales. En definitiva, todo sirve con tal que se pueda acumular.

No obstante, uno de los colmos de un bibliómano, de un bibliófilo o de un bibliópata –necesitaremos de otro reportaje para diferenciar estos conceptos, pues la confusión es un hecho- consiste en coleccionar libros sobre libros, como hacen por ejemplo los editores Javier Jiménez o Enrique Redel, ya entrevistados en este blog. Del lector fervoroso al comprador de libros entusiasta no hay más que un paso.

Este reportaje metalibresco pretende mostrarles diez obras de reciente publicación en España (cuatro novelas y seis ensayos) que tratan de una u otra manera sobre nuestros amigos los libros. Así que ya saben, ¡a los libros sobre libros, ciudadanos!

Un oficio de locos. Editores fundamentales en conversación con Juan Cruz Ruiz. Esta primorosa publicación –uno de los libros mejor editados del año 2012 según mi punto de vista- aborda el presente y el futuro de la industria editorial en un momento clave para el sector mediante doce entrevistas a grandes editores realizadas por el conocido periodista canario. La labor del editor clásico, a caballo siempre entre el oficio, la profesión y la vocación, es de extraordinaria importancia, mucho más en los tiempos del libro electrónico y del todo gratis. Un manifiesto editorial a favor del libro altamente recomendable. (Ivorypress, 29 €)

El infierno del bibliófilo / El infierno del músico, de Charles Asselineau, con prólogo, traducción y notas de Guillermo López Gallego. Este volumen contiene dos nouvelles del biógrafo de Baudelaire. El infierno del bibliófilo merece un lugar destacado entre las narraciones que tienen como eje de su trama el fervor del libro. No estaba publicado en España desde 1951, cuando apareció en Cuentos de bibliófilo (Instituto Catalán de las Artes del Libro y Gremio Sindical de Maestros Impresores) cuyo editor fue Ramon Miquel i Planas. Por lo tanto debemos estar muy agradecidos a esta pequeña editorial cántabra por su recuperación. (El Desvelo, 17 €)

Escritores y escrituras, de José Luis Melero. Los lectores de este autor aragonés estamos de enhorabuena porque su último libro de artículos bibliófilos/literarios (119 piezas breves en total) es un Melero en estado puro. Esta continuación del fantástico La vida de los libros nos volverá a hacer disfrutar porque sus textos nunca se cierran en sí mismos, siempre abren puertas a otros libros, a otros autores. Hace años que guardo con aprecio de coleccionista fanático esas fantásticas memorias suyas tituladas Leer para contarlo. Las reflexiones de todos sus trabajos son certeras, jugosas, divertidas, estimulantes. Una gozada. (Xordica, 15,95 €)

La Buena Novela, de Laurence Cossé, con traducción de Isabel González-Gallarza. Esta novela cuenta la historia de un grupo de amigos que, hartos de ver la descarada inclinación de la industria editorial en confundir deliberadamente literatura y contabilidad, deciden abrir una librería en la que nada más se vendan obras maestras. Llegados aquí, la pregunta obligada es: ¿podría sobrevivir un comercio como éste en nuestra mercantilizada sociedad? Esta ficción ambientada en la elitista librería parisina contiene misterio, amor, amistad, bibliofilia y estimula el placer de la lectura. ¿Se puede pedir más? (Impedimenta, 23,95 €)

La cripta de los libros. Libreros de viejo de Madrid, de Peter Besas, con fotografías de Santiago García de Leaniz. La publicación de un libro sobre las librerías de viejo (en este caso madrileñas) y sobre los profesionales que las regentan (Bardón, Blázquez, Contreras, etc.) provoca siempre una inmensa alegría, pues conocer sus comienzos, sus vocaciones, algunas de sus experiencias y multitud de anécdotas curiosísimas resulta apasionante. Un libro adictivo, fuera del tiempo, que se lee con una permanente sonrisa de complicidad. El único problema de mi ejemplar es que tengo ¡¡¡una segunda edición!!! (Ediciones La Librería, 19,90 €)

El devorador de libros, de Rebecca Makkai, con traducción de Jofre Homedes. Todo autor, en narrativa, debe compaginar dos factores si lo que desea es atrapar a sus lectores: intentar que éstos adopten como propios a los personajes y que vivan esa historia como suya. Makkai consigue estas dos variables en esta novela fresca que no trata tanto de libros como uno espera por el título. Un viaje literario en sentido real y figurado que convierten a la imaginación y a las letras en fuente de libertad. La trama gira en torno a la relación entre Ian, un pequeño muy especial, y la bibliotecaria Lucy, una joven solitaria. (Maeva, 17,90 €)

La noche en que Frankenstein leyó el Quijote. La vida secreta de los libros, de Santiago Posteguillo. Nada de sentar cátedra ni de aburrir con batallitas narcóticas. El lector de este ameno volumen de 24 textos de unas seis páginas cada uno se frotará las manos al enterarse de lo que se esconde detrás de los libros. No se me ocurre ningún otro formato que pudiera responder mejor a esta clase de literatura tan poco convencional, escrita por este profesor (y reconocido autor de novela histórica) capaz de reunir y ensamblar esta diversidad de curiosidades que dan lugar a una lección espléndida. (Planeta, 18 €)

La librería de las nuevas oportunidades, de Anjali Banerjee, con traducción de Rita da Costa. «Una fábula romántica y un homenaje a la buena literatura». Con estas palabras, recogidas en la contracubierta, la editorial nos vende esta curiosa novela mezcla de fantasía y de amor a los libros, en la que se toca la fibra sensible de los lectores. La historia se desarrolla en una vieja librería donde los libros cobran vida propia y aunque decae en algunos momentos puntuales, distrae en general. Qué suerte tenemos de disfrutar de locales como el de la tía Ruma, rodeada por las páginas amarillentas de los libros amados. (Lumen, 18,90 €)

Tocar los libros, de Jesús Marchamalo, con prólogo de Luis Mateo Díez. O mucho me equivoco o este ensayo se está convirtiendo en un compendio de referencia para los amantes de los libros. Se degusta en un par de horas, pero el placer que produce permanece indeleble en el espíritu. Tocar los libros no será una muesca más en su trayectoria, sino una especie de tótem personal. La admiración es algo fundamental porque la gente que admiras conforma parte de nuestra educación sentimental, y yo admiro a Marchamalo. De hecho, he leído este opúsculo en once ocasiones. Otra joyita escandalosamente deliciosa. (Fórcola, 9,50 €)

Memoria de la librería, de Carlos Pascual, Paco Puche y Antonio Rivero. Los lectores tenemos una idea mitificada de los libreros, por lo que en muchos casos la decepción se hace inmensa cuando conocemos a la persona. No sucede así con estos tres conocidos bibliopolas españoles que desgranan en este coqueto volumen sustanciosas experiencias profesionales al frente de librerías vivas cuyas funciones van más allá de la mera venta de libros. Tres historias que irradian algo esencial: pasión por su oficio. Otro acierto -uno más- de la colección Tipos móviles. (Trama, 18 €)