Lorenzo Silva - La marca del meridiano

Lorenzo Silva

La marca del meridiano

Planeta (Barcelona, 2012)

400 páginas / 21 € (rústica) · 9,99 € (Epub)

Una de las mayores desgracias de la crítica literaria consiste en que los amigos comenten los libros de los amigos, o que se reseñen los libros de los enemigos, sin advertirlo a los desprevenidos lectores. Por eso, me gustaría expresar mi opinión sobre La marca del meridiano manifestando mi admiración personal por Lorenzo Silva, uno de mis escritores españoles preferidos desde que lo descubrí en 1996 con La sustancia interior, la que considero una de las mejores novelas en lengua castellana de las últimas décadas al poseer la difícil virtud de una lectura en varios niveles, y que marcó el punto de arranque de toda su obra posterior.

Ahora acaba de ganar el Premio Planeta 2012 con uno de los aciertos comerciales más inteligentes de la empresa de José Manuel Lara, pues el lector que no conociese todavía la saga protagonizada por la pareja de guardias civiles Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro y haya disfrutado con La marca del meridiano –que será lo más normal, pues es una novela redonda- irá posiblemente a comprarse las anteriores seis entregas. El primero título fue El lejano país de los estanques, después vinieron El alquimista impaciente (Premio Nadal en 2000), La niebla y la doncella, Nadie vale más que otro (libro con cuatro relatos), La reina sin espejo y La estrategia del agua. O sea, un Premio Planeta para siete libros.

Lorenzo Silva es el autor de la aventura literaria de novela negra más lograda de la narrativa reciente. Aquellos que no han tenido la suerte de ir leyendo cada una de las entregas conforme se iban publicando, como por fortuna las he leído yo, deberían empezar ya, pues esta saga de novelas es dignísima heredera de un género que ha dado inolvidables historias pobladas de criminales, detectives, tipos duros y mujeres fatales, así como autores clásicos de la talla de Dashiell Hammett o Raymond Chandler y contemporáneos como Ross MacDonald o James Ellroy. En España sobresalen Manuel Vázquez Montalbán, con su popular personaje Pepe Carvalho, y Francisco García Pavón, con su criatura Manuel González, alias Plinio, jefe de la Policía Local de Tomelloso.

La marca del meridiano encierra en su título una línea imaginaria que alude al meridiano de Greenwich, el cual deja al este a Barcelona y al oeste a Madrid. La ciudad condal es ahora el escenario principal de la investigación de esta novela, como antes en muchos casos lo fue la capital española. Ambos territorios representan también la escenografía sentimental en la biografía del escritor getafense.

Esta novela ofrece una visión esclarecedora de las relaciones humanas, de sus complejidades y sutiles matices, pues mira sin reparos el delicado tema de los sentimientos. Y entreverado en sus páginas, y en las situaciones que da el argumento, los ingredientes comunes del género: un fiambre, en este caso Robles, un antiguo superior en la reserva y maestro de Bevilacqua, que cuelgan de un puente y al que antes de morir han torturado con una plancha de la ropa, oscuridad inicial de los motivos para el asesinato, trama interna de corrupción, pistas que se pierden, interrogatorio donde sale una verdad dolorosa y casual encuentro de un cabo que llevará a la resolución final.

Silva es dueño de una irreprochable técnica narrativa, de un variado catálogo de recursos, de un atinado sentido del ritmo, de un lenguaje mesurado, marcadamente elegante en la sagaz elección de un vocabulario dinámico, con la intención de atrapar al lector desde las primeras líneas, lo que es muy de agradecer en una novela de evasión como ésta. Aporta también, como en las anteriores, su sentido del humor, cada vez más negro y cáustico, aunque con una proporción justa de intensidades.

La evolución de los personajes –casi quince años juntos ya- es extraordinaria, pues envejecen con sus lectores. La novela tiene asimismo referencias a la actualidad más feroz, que dan una sensación de realidad vívida. Hay, desde el primer momento, un inevitable aire de familia y, sin embargo, hay algo completamente nuevo y difícil de describir en La marca del meridiano.

Lo cierto es que lo he pasado como un enano con las nuevas peripecias del brigada Bevilacqua y la sargento Chamorro, espléndidamente secundado por el guardia Arnau, que completa un trío de fábula que forma parte de la primera fila de la literatura contemporánea desde hace tres lustros. Con eso está dicho todo.