Cuando has estado tanto tiempo sumergido en una pasión como la que supone para mí la figura y la obra del inventor Nikola Tesla (1856-1943), lo difícil es todo lo contrario, decirle a alguien por qué no debería leer no ya mis libros, sino cualquier cosa que le permita acercarse a una figura fascinante, injustamente olvidada, y sin cuya existencia el mundo no sería tal y como lo conocemos.
Nikola Tesla fue el auténtico padre de nuestra civilización tecnológica, porque suyas fueron las patentes del sistema de generación y transmisión de la corriente alterna, y del motor de inducción polifásico, el mismo que todavía utilizamos hoy en la inmensa mayoría de los aparatos eléctricos. Y también, según una sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos de 1943, es el padre de la radio y no Marconi, quien habría pirateado 17 de sus patentes para lograr su primera transmisión de 1901.
Sólo por eso merecería la pena, desde luego, conocerle. Pero si además contamos con que nos encontramos con un personaje realmente fascinante, que parece más salido de la mente de un guionista de Hollywood que de la realidad, las opciones para dejarle de lado quedan reducidas a la insignificancia. Series televisivas, películas (como The Prestige, donde le interpreta nada menos que David Bowie), instalaciones artísticas, videojuegos, cómics, grupos de rock y pop, libros de Echenoz, Auster o Pynchon… la relación de creadores que han encontrado inspiración en el «sabio eléctrico», nacido en una aldea de la zona serbia de lo que hoy es Croacia, pero emigrado, y nacionalizado, en Estados Unidos, es casi inacabable y sigue creciendo día tras día.
Y estos dos libros pretenden ser una vía para adentrarnos en su mundo. El primero, Yo y la energía, combina un largo ensayo introductorio, que sitúa la trascendencia de Tesla desde el punto de vista actual, con dos textos que fijan las grandes líneas de su persona y sus aportaciones: Mis inventos, su autobiografía, traducida por primera vez al español, y El problema de aumentar la energía humana, donde sistematiza sus hallazgos y su pensamiento científico, incluida su visión de un mundo lleno de electricidad inalámbrica prácticamente inagotable y gratuita.
El segundo libro, Firmado: Nikola Tesla, completa al anterior ofreciendo el lado humano del inventor, a través de la recopilación de artículos y cartas en las que se nos muestra el vértigo de su mente en todo su esplendor y con todas sus contradicciones. Sus atisbos de un mundo futuro, sus obsesiones y sus miedos, sus afinidades y sus intereses dibujan una personalidad que vivía con un pie en su tiempo y la mirada puesta en un porvenir que parecía presagiar.
Juntos, trazan el retrato de uno de los hombres más fascinantes del último tercio del siglo XIX y primera mitad del XX, y que en cierta forma encarna todo lo bueno y lo malo de una centuria vertiginosa. Y que ha inspirado, incluso, el mural de la fotografía, situado cerca de la estación de cercanías de Santa Eugenia, en Madrid.
Miguel Ángel Delgado