Porque es, por encima de todo, una historia que habla acerca del amor, acerca de la muerte, y acerca de cómo el amor es capaz de vencer a la muerte. Porque se trata de una novela a la que pueden acercarse lectores de todas las edades, sin importar cuánto bagaje literario lleven encima.
Ambientada en la Venecia de principios del siglo XX, a medio camino entre el influjo más puramente victoriano y el misterioso encanto de una estética steampunk, siembra una semilla de duda que ha atormentado al ser humano desde que el mundo es mundo: ¿en qué consiste realmente la vida? ¿Puede una creación mecánica ser capaz de comprender la realidad como lo hacemos nosotros, de plantearse las mismas cuestiones trascendentales que nosotros, de soñar como lo hacemos cada noche y tal vez, solamente tal vez, de amar como si fuera de carne y hueso? Y si es capaz de hacerlo, ¿qué posibilidades puede tener de ser correspondida en un mundo que nunca dejará de verla como un monstruo de Frankenstein tachonado de engranajes y de ruedas?
Esto y mucho más es Las eternas, una historia de misterio y de terror en la que dos dinastías de jugueteros se enfrentan para tratar de hacerse con el control de su gremio en Venecia, haciendo avanzar a sus criaturas mecánicas sobre un tablero en el que el amor desesperado irrumpe como un huracán derribando todas las piezas. A fin de cuentas, ¿qué inventor podría soñar con crear algo más complejo que un corazón humano?
Victoria Álvarez