Manuel Borrás, editor.Manuel Borrás, editor.

Se considera un optimista impertinente. Y debe ser cierto porque editar libros literarios en papel con la que está cayendo es un acto de heroicidad y rebeldía, a partes iguales. Manuel Borrás es el director literario de Pre-Textos, una editorial con alma que merece que se hable de sus libros por su calidad, con un catálogo estupendo repleto de riesgos creado en 1976 que sacó adelante –junto con Manuel Ramírez y Silvia Pratdesaba- con mucho esfuerzo y pocos medios ante «las carencias de los medios intelectuales y la mediocridad del tardofranquismo universitario». Porque el mejor libro que puede publicar un editor es su propio catálogo. Y el de Pre-Textos resulta extraordinario.

¿Siempre quiso ser editor?

No, antes quise ser psiquiatra infantil.

¿Cómo empezó todo?

En la universidad, a los diecisiete años, cuando se nos ocurrió continuar con un proyecto fracasado prematuramente por el suicidio de un compañero. Pensamos que era, entre otras cosas, la mejor manera de honrar su memoria. Y hasta hoy.

¿Cuáles son las tareas que debe cumplir un editor?

Todas las que le competen, es decir, leer, aplicar un criterio de excelencia, cuidar de sus autores, de que las ediciones de éstos estén lo mejor cuidadas posible y desde luego tener un altísimo concepto del lector al que se le dirige nuestro trabajo. Un editor, o lo es por vocación, ama la lectura y apuesta por valores no consensuados, o no es nada.

¿Sigue pensando que editar es sacar de la nada a los desconocidos?

Creo honestamente que es lo que más honra nuestra profesión. Me parece perfecto editar a los clásicos, si se hace bien, claro, pero insuficiente si no sabemos apostar por valores inéditos. Nadie echa de menos a un desconocido, dijo alguien, ¿no?

Goethe bautizó a los editores como hijos del diablo. Céline dijo que todos son unos rufianes. ¿Por qué tienen en general los editores tan mala fama?

Quizá porque no hayan hecho bien sus tareas y no hayan atendido bien sus responsabilidades, aunque a mi juicio cada vez es más necesaria la figura del editor, de ese editor prescriptor y que sepa lo que se trae entre manos y lo frágil que esto es.

Dijo a principios de este siglo que había “demasiados caínes en la edición española”. ¿Lo sigue pensando ahora?

Lo ratifico. Cada día hay más caínes y es mayor el intrusismo. El principal enemigo del libro está en el mundo del libro, y créame que siento en el alma decirlo.

¿Lo ideal y lo práctico están mezclados en el trabajo del editor?

Desde luego.

¿Qué aprende el editor de los lectores?

Del buen lector, del gustoso de verdad, debería aprender mucho. A veces somos demasiado altivos, tendemos a acampanar la voz, a ser perdonavidas, y pasamos por alto a nuestros próximos, es decir, a los lectores.

En una editorial como Pre-Textos, ¿quién crea el valor añadido?

El rigor.

¿Qué le gustaría alcanzar a nivel editorial en los próximos años?

Seguir editando, y si puedo cada día un poco mejor, mejor que mejor. En este medio nunca se sabe lo suficiente, siempre se aprende, por fortuna, algo nuevo.

El negocio editorial parece estar cambiando más en la última década que en 200 años…

Es verdad que está cambiando en la superficie, y me temo mucho que también en el fondo, aunque entre la nueva generación de editores algunos están tratando de contradecir esta fatalidad.

¿Podrá sobrevivir la industria editorial en la era digital?

Desde luego, no sólo la sobrevivirá, sino que la trascenderá. Dejémonos de ser nuevos ricos de la tecnología aun a riesgo de que nos cuelguen el sambenito de románticos. Tonterías, las mínimas.

¿Se prescindirá del editor con lo digital?

Eso les gustaría, por lo que se ve, a no pocos, pero mientras existan lectores de los de verdad, no se saldrán con la suya.

¿Cuántos manuscritos no deseados recibe de media en un mes?

Por desgracia, muchos. Siempre les recuerdo a mis alumnos en los distintos másteres en que participo que no olviden que un editor tiene que decir más veces no que sí, y eso, a mí al menos, todavía hoy me cuesta mucho.

¿Qué consejos daría a quienes quieren publicar sus manuscritos?

Que antes de mandar un original sean muy honestos consigo mismos y se pregunten si verdaderamente merece la pena dar ese paso.

¿Qué se necesita hoy para publicar en Pre-Textos?

Tener un buen libro.

¿Cuál es el criterio principal de su catálogo?

Si te refieres al criterio de excelencia, desde luego, el subjetivo. Mientras un editor sea un sujeto y no un objeto, su criterio será siempre subjetivo.

¿Qué libro del catálogo de Pre-Textos ha tenido las ventas más bajas?

Muchos, y por desgracia sobre todo de poesía.

¿Y cuál las más altas?

Uno de poesía y otro de filosofía.

¿Qué libro de su catálogo recomendaría leer sin falta?

Muchos, no sabría con honestidad decir cuáles.

¿A quién suele encomendar sus traducciones? ¿Y con qué criterio?

Como me dirijo a una comunidad de casi quinientos millones de lectores y no sólo a una de casi cuarenta millones de peninsulares, las traducciones las encomiendo a traductores españoles e hispanoamericanos.

¿Y quién corrige sus libros?

Nuestra editora de mesa y otros ayudantes. A veces, incluso yo.

¿Qué actitud debe tener un escritor, según usted, respecto a su obra?

La de la autenticidad. Me preocupa cómo se confunde hoy al escritor con el autor.

¿Qué es un libro que no se lee?

Un objeto. Un objeto que a veces concita nuestra atención.

¿Cómo convive con la vanidad de los autores?

Como convivo con la vanidad de un fontanero o de un decorador de interiores. O también, por qué no decirlo, de muchos editores.

¿Cómo es un día laboral en su vida?

Gimnasia oriental, desayuno con música, atender el correo por la mañana en el despacho y por la tarde, tras un breve descanso, leer y leer.

¿Cuáles son las cualidades que más aprecia en la gente, en sus amigos?

La lealtad.

¿Con qué odia perder el tiempo?

Con los idiotas, es decir, con los soberbios, y conste que no digo con los tontos.

¿A qué le tiene miedo?

Al dolor tanto físico como moral de los otros, también al propio.

¿Quién es Manuel Borrás?

Un hombre bastante normal que se siente una criatura muy afortunada por haber podido hacer en su vida lo que más me gustaba. Y me sorprende poder decirlo tras cuarenta años de ejercicio profesional.

¿Por qué leer?

Para poder ser mejor persona y ciudadano.

¿Leer es vivir?

También. Para mí lo fue de niño y sigue siéndolo en mi madurez.

¿Cuántas horas diarias dedica a la lectura?

Muchas.

¿Cuáles son las claves de un buen lector?

Leer sin pedir nada a cambio previamente.

¿Qué ha aprendido de sí mismo leyendo que no hubiera podido aprender solo?

Que uno nunca está absolutamente solo.

¿Cómo se debe leer?

En silencio y con la respiración adecuada.

¿Cuál es su sitio preferido para leer?

La casa, aunque por mis servidumbres viajeras debo leer en aviones, trenes, hoteles…

¿Quién le enseñó a leer?

A leer leer, mi madre.

¿Qué libros le han emocionado en su vida?

Muchos.

¿Cuáles son sus autores preferidos?

Bastantes como para referirlos aquí.

¿Qué tipo de lector es?

Sosegado y, creo, atento.

¿Cuál fue ese libro que le convirtió en lector?

Sería muy difícil distinguir uno, fueron varios, siguieron siendo bastantes y hoy son muchos. Y digo esto porque el que es llamado a la lectura continúa lector porque por suerte a su interés inicial por un libro le sucede otro y otro.

¿Qué título reciente le ha dejado sin aliento?

Ninguno, por fortuna. Los libros que me han gustado siempre me han alentado.

¿Qué libro no ha sido capaz de terminar de leer?

Ninguno, soy incapaz de no terminar la lectura de un libro que he iniciado, aunque esa lectura tenga que precipitarla perpendicularmente.

¿Cómo se puede fomentar la lectura entre los estudiantes que sólo abren los libros por obligación?

Con seducción, pero con seducción en su sentido clásico.

¿Por qué se ha perdido la magia de la lectura?

Esa magia no se pierde y, si se pierde, es porque hay demasiado intrusismo en nuestro medio. Quizá también porque no haya maestros en el sentido clásico del término y porque no haya críticos, aquellos que fijan categorías y no sólo se limitan a suscribir las palabras de la tribu, es decir, de los comerciales de editoriales que publicitan o de los amiguetes, obviando la mayor.

¿Qué es el libro para usted?

Una puerta que se abre a muchos horizontes, que confluyen en uno solo: el conocimiento.

¿Cuál es su relación con los libros desde que trabaja como editor?

Relajada.

¿Se considera bibliófilo?

No.

¿Qué opina sobre el libro electrónico?

Para qué opinar si ya otros opinan por nosotros. No hagamos más propaganda gratuita a ese artefacto.

¿Cómo se puede terminar con la piratería de libros?

Con cultura.

¿Prefiere los libros recién sacados de la imprenta o los volúmenes con cubiertas raídas y páginas apergaminadas por los años y el uso?

Depende, desde luego no hago ascos a esos libros apergaminados por el uso y el tiempo, como tampoco desdeño los libros recién sacados, y menos si son buenos.

¿Dónde suele comprar los libros?

En las librerías, siempre compraré en las librerías.

¿Cuál es su librería de cabecera?

Algunas y no sólo españolas.

¿Visita las librerías de viejo?

Sí, aunque por desgracia cada día tengo menos tiempo para la caza sutil.

¿Cuántos libros suele comprar en un año?

Bastantes.

Un libro que relea con frecuencia.

Las meditaciones de Marco Aurelio.

¿Los presta?

Sí, pero según a quién.

¿Ha practicado en alguna ocasión el bookcrossing?

No.

¿Cuál es su posesión libresca de la que se siente más orgulloso?

Muchas.

¿Cuándo fue la última vez que pensó que se había gastado demasiado dinero en un libro?

No la recuerdo.

¿Alguna manía u obsesión con los libros?

Ninguna. Bueno sí, que cuando reposan ya en los anaqueles de mi biblioteca tengan cerca a los autores con que estén bien avenidos.

¿Posee ex libris?

No. Aunque dos amigos pintores, Robert Scherer y José Hernández, me hicieron sendos ex libris.

¿Están sus libros limpios de notas y subrayados o los marca de alguna de manera?

No, algunos están marcados, muy marcados.

¿Qué opina de ese fenómeno comercial que es la Feria del Libro?

Que es útil. Además es una de las pocas oportunidades en que los editores podemos ponerle cara a nuestros lectores y conversar con ellos.

Su biblioteca es…

Grande.

¿Hay muchos libros en su biblioteca?

Sí.

¿Cuál es el número idóneo de libros para su biblioteca?

No sabría contestar.

¿Qué género predomina?

La poesía y el ensayo.

¿La tiene ordenada?

Sí, bastante.

¿Sólo tiene libros en las baldas o también acumula objetos o fotos?

También tengo alguna foto y algún objeto, desde un canto rodado hasta una miniatura china, pero no muchos.

¿Cómo cuida usted sus libros?

Con mimo.

¿Alguna peculiaridad en sus estanterías?

No creo…

¿Cómo debe formarse una biblioteca?

Con amor, mucho amor, como todo lo que merece la pena.

¿Qué libros le faltan?

Muchos.

¿Posee libros heredados de su familia?

Sí.

¿Hace expurgo en su biblioteca con frecuencia? Si es así, ¿adónde van a parar estos libros?

Sí. Si son buenos, los dono a instituciones: cárceles, colegios… Algunos también los ofrezco a amigos.

¿Contiene libros en otros idiomas?

Sí, calculo que en mi biblioteca habrá libros en unos veinte idiomas, más o menos.

¿Cuál es el ejemplar más raro de su biblioteca?

Muchos.

¿Y el más caro?

Alguno.

¿Qué biblioteca ha visitado y le ha fascinado?

La de Nicolás Gómez Dávila, que fue como entrar en una cripta. Gracias a que tuvimos acceso, por mediación de Darío Jaramillo Agudelo, pudimos dar la voz de alarma porque estaba empezando a deteriorarse debido a hongos y ácaros de muy distinta índole. Esta noticia la doy como primicia. Ese fondo editorial, hasta donde sé, está ahora en mejores manos, en las de la admirable Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá.

¿Qué biblioteca le gustaría visitar?

La del Vaticano.

Manuel Borrás (Valencia, 1952) cursó estudios de bachillerato en el Colegio Alemán de su ciudad natal y de Preuniversitario en el CEU de Madrid. Se licenció en Filología moderna por la Universidad de Valencia, en las especialidades de alemán e inglés. Desarrolla actividades editoriales desde 1974, fecha en que funda la editorial Pre-Textos junto a un par de socios colaboradores. En la actualidad es director literario de dicha editorial. Durante su época universitaria desarrolló trabajos académicos de germanística, y en torno al movimiento expresionista alemán y austriaco. Colabora esporádicamente en publicaciones periódicas y revistas especializadas. En 1997, la editorial Pre-Textos obtuvo el Premio Nacional del Ministerio de Cultura a la labor editorial. En 2008, fue considerada la editorial del año de la FIL de Guadalajara (México), y en 2009, de la de Lima (Perú).