José María Merino, escritor y académico. (c) Jesús de MiguelJosé María Merino, escritor y académico. (c) Jesús de Miguel

Una de las propuestas más estimulantes a nivel editorial de los últimos meses es el nuevo libro de cuentos de José María Merino, La trama oculta, publicado en Páginas de Espuma. El escritor y académico leonés –aunque nacido en La Coruña- ha querido indagar en su nuevo trabajo, que se divide en tres partes: los cuentos realistas, los relatos de ficción y los microrrelatos, en la trama invisible de la vida, en «lo que se esconde bajo las apariencias». Tres partes que nos muestran tres formas de entender la existencia de un autor todoterreno que manifiesta su maestría en casi todas las facetas imaginables. Hablando con él de literatura, de libros y de la vida en general, se da cuenta uno de que de él me gusta todo.

Resulta difícil concretar qué género literario predomina en el conjunto de su obra, compuesta por novelas, cuentos, microrrelatos, ensayos, artículos…

Predomina la narrativa. Y dentro de ella, la novela y el cuento. Pero escribir me hizo reflexionar sobre mi trabajo, y acabé teorizando… Creo que eso le pasa a cualquier profesional un poco concienzudo, tenga el oficio que tenga.

¿Lo que diferencia su último libro de relatos, La trama oculta, de los anteriormente publicados por usted es quizá esa pretensión de representar todas sus «modalidades cuentísticas», como usted lo cataloga?

En un prologuillo digo que es una especie de «arca de Noé» particular. Están recogidas todas mis especies del relato breve, unificadas por una voz más o menos confesional. Siempre juego con las estructuras, y esta es otra más, sin duda fruto de la experiencia.

¿Está ganando adeptos el cuento?

En cuanto a la escritura, creo que sí. En cuanto a la lectura, lo dudo. Para leer cuentos hace falta una formación literaria de la que España carece. Aquí los lectores somos autodidactas…

Si no existiese la editorial Páginas de Espuma resultaría difícil publicar libros de cuentos en España, ¿no?

Sin duda, son editoriales como Páginas de Espuma, Menoscuarto y otras similares las que mantienen viva la tradición del cuento literario entre nosotros.

¿Qué libro, o libros, de relatos destacaría usted de este comienzo de milenio?

En español, la presencia de muchas voces nuevas y muy prometedoras… La cita de libros y autores haría mi respuesta demasiado larga. En otro orden de cosas, la recuperación del Chéjov completo que está haciendo Páginas de Espuma, precisamente.

¿Por qué le gusta alternar novelas con libros de cuentos?

Desde que empecé a escribir, descubrí que alternar la escritura de novelas con la de cuentos me da bastante equilibrio mental. Digamos que es una satisfactoria terapia literaria.

Su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua versó sobre lo que usted denomina «ficción de verdad», en el que sostenía que el homo sapiens empieza a serlo porque comienza a interpretar el mundo a través de los cuentos. Toda una declaración de intenciones.

Parece que hemos olvidado que el homo sapiens se caracteriza por el llamado “pensamiento simbólico”, que incluye la música, la pintura, la aritmética y, por supuesto, la ficción. Tengo totalmente claro que la ficción es la primera sabiduría de la humanidad, previa a la filosofía y a la ciencia…

Rafael Chirbes afirma que «leer y escribir han sido casi siempre un modo de refugio». ¿De qué busca refugio José María Merino?

En realidad no busco refugio en la lectura o en la escritura, sino vivir el doble y, con ello, más intensamente. Es ese «otro lado», verosímil, desde el que podemos entender mejor «este lado», tan inverosímil.

Maneja ciertos referentes en su narrativa, como el gusto por el doble, el viaje o la aventura…

Nunca he comprendido a los que son de «una pieza». En mí hay dos, por lo menos. En cuanto al viaje, para buscar el tesoro, está entre los mitos originarios. Cuando escribo me gusta sentir el regusto de esos mitos y arquetipos que llevamos impresos.

En su obra se percibe una fuerte preocupación por el lenguaje.

Me preocupa encontrar la mayor expresividad, y eso solo se logra aquilatando los conceptos. Vivimos un tiempo en el que muchos piensan que puede bastar para expresarse un puñado de palabras. Eso es ir a la indefensión, para empezar.

El nuevo diccionario de la Real Academia Española está recibiendo bastantes críticas por vivir de espaldas a la realidad. ¿Qué opina de estas críticas que por otro lado lleva recibiendo desde hace muchos años?

¿Quiere decir eso que no metemos en el Diccionario el primer neologismo que aparece? Pues naturalmente. Para que entre en el Diccionario, una palabra tiene que haberse asentado bien en el tráfico léxico. Lo otro sería una frivolidad. En cuanto a la nueva edición, creo que es bastante mejor que la anterior, aunque nada es perfecto.

De entre los títulos que conforman su obra, ¿sería capaz de destacar alguno y alegar la razón de tal selección?

Acaso La orilla oscura, que es un homenaje a un mito bien asentado en España, aunque nos hayamos olvidado de ello, el de la vida como sueño… Pero elegir siempre me desazona.

¿Cómo convive con la vanidad?

Si no se considera vanidad, le diré que creo que bastante bien, en lo que a mí se refiere. Pero no soporto a los vanidosos, y en este oficio hay demasiados.

¿Cómo ve la concentración editorial que se está produciendo en España?

Con perplejidad, como toda la concentración de corporaciones que se está produciendo en el mundo. Pero puede que sea un signo de estos tiempos de «cambio de paradigma», como dicen los entendidos…

Sus editoriales favoritas son…

En este momento, Páginas de Espuma, naturalmente.

Ha ganado muchos premios a lo largo de su trayectoria. ¿Cuál es la importancia que de da a estos galardones?

Como no me he presentado a casi ninguno de ellos, muy estimulantes. Pero yo hubiera escrito con premios o sin ellos. Me resulta una necesidad vital.

¿Alguna recomendación para los jóvenes o los noveles que están intentando abrirse camino en el mundo literario?

Que no se desanimen si encuentran la entrada difícil. Si de verdad son escritores, encontrarán la entrada. Me refiero a los que creen en la literatura, naturalmente. Los otros no me interesan ni lo más mínimo.

¿Podría describirnos un día cualquiera en su vida?

¿En lo que pudiéramos llamar jornada de invierno? Levantarme pronto, acaso ir a nadar a la piscina municipal un ratito, escribir, escribir, comer, leer, dar un paseo, leer.

¿Su vida es como la imaginó?

Nunca imaginé el futuro de un modo o de otro. Se ha ido produciendo, y, como me gusta decir, creo que las hadas han sido cariñosas conmigo.

¿A qué le tiene miedo?

En lo personal, prefiero no hablar de eso. En lo telúrico, este tiempo veraniego a finales de octubre me crea una gran desazón sobre el cercano futuro del planeta, aunque yo no llegue a vivirlo.

¿Cuáles son las cualidades que más aprecia en la gente, en sus amigos?

La sencillez, el júbilo, la capacidad de análisis, la lealtad.

Ha confesado en otras entrevistas que es más vehemente de lo que parece y que se irrita a menudo. ¿Qué le irrita en estos momentos de su vida?

¿Qué me va a irritar? Descubrir que estamos rodeados por un enjambre nutridísimo de vampiros, y que nuestros medios de defensa frente a ellos son muy endebles, porque ellos mismos han procurado protegerse, no en vano manejan el poder.

¿Quién es José María Merino?

Si fuese un personaje literario imaginado dentro de alguna novela de cualquiera de los grandes del XIX -Dickens, Galdós, Tólstoi…- seguro que sabría quién soy. Como pertenezco a la realidad, mi conocimiento de mí mismo es bastante brumoso.

Hemingway decía que escribía sobre lo que sabía. Otros escritores escriben para averiguar. ¿Para qué escribe usted?

Lo dije antes: para vivir doblemente, y, con ello, entender mejor este mundo tan raro que me rodea.

¿Escribe usted de una forma distinta que cuando empezó?

Mi primera novela fue una exploración, y sigo explorando en cada ficción que escribo.

¿Qué se necesita hoy para escribir?

Ante todo, ganas. Luego, tiempo y esfuerzo. Como siempre.

¿Recuerda por qué empezó a hacerlo?

Escribí poemas que eran un «ajuste de cuentas» con el tiempo de mi infancia y adolescencia. Por vengarme de la realidad.

¿Piensa en un lector determinado a la hora de escribir?

Bastante complicado me resulta hacerlo sin pensar en él, de modo que, si pensase, acaso no escribiría.

¿Cómo tiene la imaginación?

Por ahora bien, gracias. Si no la tuviese así, lo dejaría. No entiendo a quienes defienden que se puede escribir sin imaginación, y cuando leo sus libros los dejo enseguida.

¿Tiene alguna superstición a la hora de escribir?

Ordeno que abandone mi escritorio el trasgo que vive en la papelera.

Para escribir no puede faltarle…

Tiempo.

¿Ordenador o a mano?

Ordenador, a mano; ordenador, a mano, ordenador, a mano, etcétera, etcétera.

¿Corrige mucho?

Demasiado.

¿Dónde escribe?

En mi escritorio.

¿Cómo es ese sitio?

Confortable, pero con barricadas de libros. Y una gata.

¿Necesita silencio para escribir o le gusta escuchar música o tener la radio encendida?

Silencio absoluto, por favor.

¿Qué sería de su vida si no pudiera escribir?

Si llega ese momento, lo pensaré. Pero intentaré morir con las botas puestas, como mi admirado Ricardo Gullón decía que había que hacer.

¿Recuerda cuando fue la primera vez que se sintió escritor?

Como fui lector desde muy joven, mis redacciones colegiales eran buenas. A veces se leían, para ejemplo. Me encantaba el aborrecimiento que despertaban en algunos.

¿A quién le deja leer sus manuscritos antes de ser editados?

Mi mujer es mi primera lectora. Tiene buen criterio, pero no me gusta que no le guste.

¿Hay algún estereotipo de escritor en el que odiaría caer?

Antes hablamos de vanidad… Por ahí van los tiros. Y no digamos si encima es prepotente.

¿Por qué leer?

Porque te lo pasas estupendamente.

¿Leer es vivir?

Es saber lo que es la vida: cómo nos enamoramos u odiamos, o somos héroes, o traidores, o atravesamos momentos terribles, o felices… ¡Y todo esto, virtual, y además dentro de nosotros! ¡Menudo invento!

¿Cuáles son las claves de un buen lector?

Una formación suficiente, que le permita distinguir lo bueno de lo malo, y estar abierto a lo bueno, sea cual sea el género o el formato.

Me gustaría preguntarle por sus primeras lecturas.

Heidi. Guillermo Brown. Mark Twain. Robert L. Stevenson. Walter Scott. Verne. Hoffmann. Poe. ¡Y, de repente, Dickens! ¡Y Galdós! ¡Y enseguida, Valle Inclán y Maupassant! –además, riman-.

¿Quién le enseñó a leer?

Mi padre tenía una estupenda biblioteca. Consideraba los libros como la mejor riqueza.

¿Cuál fue el libro que le convirtió en lector?

Sin duda, Heidi. Yo tenía siete años. Con el tiempo he comprendido que el personaje sonámbulo de la niña que añoraba el paraíso perdido reflejaba mi añoranza de las vacaciones, y que por eso me identificaba con ella.

¿Qué libros le han emocionado en su vida?

Una vez tuve que dar conferencias en varios lugares sobre mis diez libros preferidos y en cada uno hablé de diez libros diferentes…

¿Cuáles son sus autores preferidos?

Vale la respuesta anterior, pero como símbolo citaré a un perdedor, Cervantes, y a una narradora que se jugaba la vida en cada cuento, Sherezade.

¿Qué título reciente le ha dejado sin aliento?

Tanto como sin aliento… Pero he descubierto a un autor desconocido del 98 que murió muy joven en América, llamado Rafael Barrett, muy interesante. Artículos y cuentos.

¿Qué libro no ha sido capaz de terminar de leer?

El Ulisses de Joyce. Aunque cuando era joven estaba muy de moda, y no se podía decir esto.

¿Cuántas horas diarias dedica a la lectura?

Por lo menos un par, porque además escribo una página sobre cuentos en la revista Leer, y eso me obliga a ello.

¿Cómo se debe leer: en voz baja, en voz alta o sin voz?

Yo leo para dentro, pero cada uno debe leer como le dé la gana…

¿Cuál es su sitio preferido para leer?

Mi escritorio o la sala de casa.

Para leer no puede faltarle…

Tranquilidad y silencio. Tampoco puedo oír música mientras leo.

¿Qué tipo de lector es?

Vehemente: me encanta un libro que considero bueno, y aborrezco en exceso al que no me gusta.

¿Qué ha aprendido de sí mismo leyendo que no hubiera podido aprender solo?

¿Sobre lo que somos los seres humanos? Casi todo. En los libros he conocido a la gente más interesante de mi vida…

¿Hay algo mejor que leer?

Pienso que es una actividad mental y psicológica incomparable.

Todo el mundo dice que en España no se lee…

Con toda la razón. Cada vez se lee menos. Por otra parte, el sistema educativo no ayuda, las bibliotecas públicas están de capa caída, y hacemos un uso estúpido y alienante de los móviles.

¿Asistimos en la actualidad a un empobrecimiento del lenguaje?

En España, sin duda. Además, nos invaden anglicismos innecesarios. ¿Por qué las peluquerías de señoras se llaman Oh mycut!?

¿Qué es el libro para usted?

El instrumento que más ha hecho progresar a la humanidad.

¿Cuál es el verdadero lugar de los libros en su vida?

No puedo entenderla sin ellos.

¿Cómo los cuida?

Correctamente. Claro que tengo intermitentes episodios de invasión, porque me mandan muchos, y el problema es cómo desembarazarme de los que no me interesan.

¿Están sus libros limpios de notas y subrayados o los marca de alguna de manera?

Los marco raramente. A veces, para corregir erratas.

¿Alguna mitomanía relacionada con sus libros?

Ninguna, que yo sepa.

¿Los presta?

Si es un libro al que quiero mucho, preferiría no hacerlo.

¿Posee ex libris?

No.

¿Hay algún olor que relacione con los libros?

Depende del tipo de papel, pero el olor a papel, naturalmente.

¿Dónde suele comprar los libros?

En librerías o por Internet.

¿Cuál es su librería de cabecera?

Fue Fuentetaja. Me quedó lejos, y utilicé las dos de mi barrio. Han cerrado en los últimos tres años.

¿Visita las librerías de viejo?

Ocasionalmente, si me las encuentro.

¿Cuántos libros suele comprar en un año?

No demasiados, porque me envían muchos, demasiados. Compro los que verdaderamente me interesan, si no me los han enviado.

¿Cuál es su posesión libresca de la que se siente más orgulloso?

Varias. Citaré las Obras Completas de Víctor Hugo, en edición valenciana de 1886, que heredé de mi padre.

¿Qué opina de ese fenómeno comercial que es la Feria del Libro?

Está bien que los libros salgan a la calle para encontrarse con el lector. Pero en la última Feria del Libro de Madrid, una tarde, había centenares de personas esperando para que les firmase un sedicente autor cuya gracia son unos vídeos estúpidos que cuelga en YouTube. Ojo con pervertir el sentido de la Feria, porque seria cargársela.

¿Cuál es el futuro del libro en papel?

Si ese objeto no sobrevive, nuestra cultura tampoco sobrevivirá.

Usted defiende al libro en papel de forma encendida. ¿Qué opinión tiene sobre el libro electrónico?

Es un objeto utilísimo para emergencias como viajes, porque pueden cargarse en él muchos libros, diccionarios, etcétera. Un gran invento. Pero, para empezar, carece de esa «perspectiva simultánea» del libro en papel.

Imagino que no tendrá libro electrónico.

No, pero no descarto tenerlo. Como digo, me parece utilísimo para largos desplazamientos.

Su biblioteca es…

Variada.

¿Cuál es su fondo actual de títulos?

Alrededor de 16.000.

¿Qué género predomina?

Acaso la narrativa, aunque hay de todo.

¿La tiene ordenada?

Imprecisamente: Arte, Historia, Historia de América, Mito, Poesía, Novela, Cuento… Pero dentro de ello, se ha infiltrado el caos.

¿Sólo tiene libros en las baldas o también acumula objetos?

Predominan los libros, pero también hay objetos.

¿Alguna peculiaridad en su biblioteca?

Una parte importante se alarga en el pasillo, pero hay libros en todas las habitaciones. En mi dormitorio, de cuentos y cómics.

¿Cuál es el libro más raro?

Uno del siglo XVI sobre el que estoy escribiendo una novela, precisamente. Chitón.

¿Y el más caro?

No valoro los libros caros… Pero tengo los ocho tomos de la Historia de la América Española, de Carlos Pereyra, en la edición del 27, o la Historia de España, del Padre Mariana, en una edición antigua, y las Obras Completas de Baroja y de Clarín, en la edición encuadernada en piel de Biblioteca Nueva…

¿Hace expurgo en su biblioteca con frecuencia? ¿Adónde van a parar esos libros sacrificados?

Lo de toda la vida lo dejo como está… Lo de los últimos años (¿?) suelo regalárselo a un librero amigo de los que venden por correo electrónico, que hace mucho que no viene por casa, por cierto, o me lo llevo a un desván que tengo en León.

¿Contiene libros en otros idiomas?

Predomina el español.

¿Cómo debe formarse una biblioteca?

Yo la he ido formando según mis gustos y mis intereses como lector.

¿Qué biblioteca ha visitado y le ha fascinado?

La del Congreso de los Estados Unidos. Por ejemplo, encontré en ella las primeras ediciones de los miembros de la generación del 27…

¿Qué biblioteca le gustaría visitar?

Conozco muy buenas bibliotecas. Ya no sé si alguna me sorprendería. Pero cuando viajo, si intervengo en algún centro cultural o universidad, no dejo de fisgar en la biblioteca.

José María Merino (La Coruña, 1941) ha publicado numerosas obras literarias: novelas, novelas infantiles y juveniles, novelas cortas, cuentos, microrrelatos, ensayos, artículos periodísticos y poesía. Ha ganado, entre otros, los premios Novelas y Cuentos por Novela de Andrés Choz (1976), el Premio de la Crítica por La orilla oscura (1985), el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por No soy un libro (1993), el Premio Miguel Delibes por Las visiones de Lucrecia (1996), el Premio NH al mejor libro de relatos por Días imaginarios (2002), el Premio Ramón Gómez de la Serna por El heredero (2003), el Premio Gonzalo Torrente Ballester por El lugar sin culpa (2006), el Premio Salambó por la antología de microrrelatos La glorieta de los fugitivos (2007), el Premio Castilla y León de las Letras por el conjunto de su obra (2008) y el premio periodístico de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en 2009. Su novela más reciente, El río del Edén (2012), ha recibido el Premio Nacional de Narrativa 2013 y el Premio de la Crítica de Castilla y León 2013. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, fue director del Centro de las Letras Españolas del Ministerio de Cultura y colaborador en proyectos educativos de la UNESCO para Hispanoamérica. Es patrono de la Fundación Alexander Pushkin y patrono de honor de la Fundación de la Lengua Española, embajador de Hans Christian Andersen (Ministerio de Cultura de Dinamarca) y fue presidente honorífico de la Fundación del Libro Infantil y Juvenil Leer León. Desde 1996 se dedica sólo a la literatura. Es miembro de la Real Academia Española de la Lengua desde marzo de 2008 ocupando la silla m.