Por si se va la luz

Lara Moreno

Por si se va la luz

Lumen (Barcelona, 2013)

328 páginas / 17,90 € (rústica) · 10,99 € (epub)

Por si llega la noche, por si se va la luz, por si resulta que lo de morir iba en serio. Eufemismos pronunciados con la cadencia de un mantra, planes dentro de planes que no tienen otro cometido que acallar los temores internos y alcanzar una inmortalidad pasajera. El condicional que alumbra un estéril gesto de esperanza es una proposición al caos, una aproximación al infinito; si algo sabemos con certeza es que la luz acabará yéndose, que la noche sucederá al día, que la muerte no queda nunca demasiado lejos.

En Por si se va la luz, Lara Moreno crea unos personajes a cuya existencia nos precipitamos en un momento dado sin presentaciones ni ceremonias sociales, sino con la naturalidad y la firmeza de la tierra. Nos asomamos no como turistas bajo la seguridad de una renuncia sencilla, sino al igual que sus personajes, con un compromiso hiriente que nos ata a la firme decisión de aceptar los golpes y la desesperación en el mismo grado que ellos la aceptan, convirtiéndonos en tejedores de unos retales de personas formadas por cientos de preguntas que no conocemos, pero que irán deshilando igualmente ante nuestras punzadas.

Poco importa que la ausencia de diálogo como tal parezca una renuncia a la puntuación del contacto humano; si acaso, delimita aún más el mundo interno de unos personajes que parecen encerrados muy profundo dentro de sí mismos y de otros, pero que permanecen impenitentes, abiertos como libros ante el curioso, con todas las grietas de su cuerpo sangrando vida a borbotones y esperando que alguien eche sal en esas heridas al dar cuerpo a sus palabras.

Por si se va la luz representa un mundo plagado de ausencias. Una colmena inconexa, desatendida, inmisericorde y honda, que dibuja un mundo abarrotado plagado de personas vacías. O quizás un mundo vacío apenas si bosquejado por un puñado de personas reales, completas. En cualquier caso, una realidad que se palpa con las tripas y los ojos cerrados.

Lara Moreno –cuyo debut literario fue Casi todas las tijeras, un libro de cuentos publicado en la editorial gaditana Quorum- relega en esta primera novela la ciudad a antiguas ruinas olvidadas, mitológicas, como recuerdos de otra época, sacudiéndose el alquitrán con furia y sarna, horadando en la piel severos surcos que no hacen sino revelar una belleza brutal y salvaje bajo la suave e irreal marca plastificada del ser humano realizado que aborrece no poder ser algo distinto de lo que es.

Atisbar a Nadia, Martín, Ivana, Zhenia, Enrique, Elena o Damián, es saborear rasgos de pura vida, tan extraña, insólita y familiar como solo esta puede serlo, ya que vivir intensamente significa a menudo hacerlo de forma trágica. Una experiencia no apta quizás para melindrosos.

Es lo que convierte a esta novela no solo en un libro que desearíamos haber leído; no solo en un libro que desearíamos haber escrito; sino en uno que nos reta a atrevernos a vivirlo con poco más que una incertidumbre disfrazada de certeza.

Por si se va la luz, al igual que todos los que huyen de la única persona de la que no pueden huir realmente, conviene tener bien pegada la noche a los bolsillos.

David Hernández Ortega