Almudena de Arteaga, escritora.Almudena de Arteaga, escritora.

Es una de las autoras españolas de novela histórica más leídas en nuestro país. Hace ya unos años abandonó la abogacía para dedicarse por completo a la literatura después del éxito arrollador de su primera novela, La princesa de Éboli. Domina el arte de contar para todos, seguido y bien, con las estrategias narrativas de siempre. Almudena de Arteaga es, como le definen quienes la conocen, una mujer luchadora, austera, exigente consigo misma, trabajadora y muy educada, además de marquesa de Cea e hija del duque del Infantado y marqués de Santillana. Con estos mimbres, no es extraño que le guste tanto la historia. La entrevista tuvo lugar en Cádiz, frente al mar, donde ahora vive.

¿Tiene usted pasión por la novela histórica?

Desde muy joven. Por eso desde muy joven suelo elegir ese tipo de novelas o ensayos de historia como mi primera opción.

Entonces no escribe novela histórica porque es lo que vende.

No, claro. Me gusta la novela histórica porque cuando las documento yo también aprendo de una época o un personaje que ya de por sí me interesa. Por otro lado, intenté hace años escribir ficción y aunque mis lectores me felicitaron en las ferias del libro no tuvo tanto éxito como la histórica. Creo que los escritores también nos debemos a las demandas de nuestros lectores.

¿Qué tienen sus novelas que gustan tanto?

Supongo que un almizcle de historia, sensibilidad y realidad que hace al lector aprender algo de nuestro pasado al mismo tiempo que disfruta con la lectura.

¿Por qué tiene tan mal cartel la novela histórica?

¿Lo tiene? Creo sinceramente que esa es una idea trasnochada que los escritores de ficción han intentado difundir, pero no lo han logrado a la vista de lo que existe en los estantes de las más prestigiosas librerías. Además podría poner más de un ejemplo de grandes escritores que comenzaron criticándola y al final se han subido a este carro.

De entre los títulos que conforman su obra, ¿sería capaz de destacar un par de ellos y alegar las razones de tal selección?

Es difícil cuando tienes que elegir entre quince títulos. De algún modo son como hijos de tinta y papel a los que no puedes diferenciar en querencias. De todos modos, mi preferida siempre suele ser la última por ser la más joven y necesitar más cuidados.

Ha ganado varios premios literarios, entre ellos el Azorín o el Alfonso X El Sabio. ¿Qué opinión le merecen?

Tal y como está el mercado literario ganar un premio es una manera de garantizar una buena distribución y promoción a la novela. Porque sigue habiendo muchas que se pierden entre los estantes antes ni siquiera de haber tenido la oportunidad de darse a conocer.

Los personajes femeninos de sus novelas son sumamente interesantes, mucho más que los masculinos.

Empecé con La princesa de Éboli y fue ella precisamente, un personaje secundario en la corte de Felipe II, la que me brindó la oportunidad de seguir publicando. ¿Por qué no seguir con las mujeres? Son las grandes olvidadas de la historia por haber caminado a la sombra de sus hombres. Alguna vez he escrito biografías sobre hombres como Carlos V o el marqués de Santillana y lo he hecho a través de las voces de la hermana del primero y la hija del segundo. Simplemente es otra manera de contar una vida que, creo, funciona.

¿Presta usted atención a las críticas, le influyen de alguna manera?

Solamente presto atención a las constructivas y dependiendo siempre de quien vengan. De esas aprendo, el resto las suelo ignorar.

¿La curiosidad es la virtud fundamental para un escritor?

Por supuesto. Siempre hay que estar alerta porque una simple carta, noticia o antiguo recorte de prensa, por poner tres ejemplos entre miles, puede dar el pistoletazo de salida al desarrollo de una idea.

¿Cómo convive con la vanidad?

La desconozco. Llevo quince años publicando y soy consciente de que al igual que estás entre las listas de los más vendidos durante meses con una novela, puedes no aparecer nunca en las listas con la siguiente.

¿Ha coincidido alguna vez con alguien por la calle o en una plaza leyendo uno de sus libros?

Varias veces. En el metro de Madrid, en el Retiro, en un avión. Me alegra y me hace ilusión.

Sus editoriales favoritas son…

Planeta, la Esfera de los libros, Roca editorial, Ediciones B y todas las que sean capaces de descubrir algo novedoso.

¿Cómo ve el panorama narrativo español?

Rico y variopinto como siempre lo ha sido. Si de algo tenemos que estar orgullosos en España es de los grandes escritores que hemos tenido en la historia. Los de hoy aún hemos de consolidarnos en el tiempo.

¿Le interesa la política o ha participado en ella?

Me interesa todo lo que pueda dirigir nuestros pasos hacia el bien común. No solo depende de la política, pero reconozco que voto fielmente como es mi obligación. Si no eliges, no tienes derecho a opinar.

¿El salto de la abogacía a la literatura fue buscado o fortuito?

Totalmente fortuito. Para mí la literatura era un mero pasatiempos divertido hasta que me propusieron escribir una sinopsis para La princesa de Éboli. Fue complicado puesto que entre demanda y demanda tenía que resumir su vida dando a conocer mi estilo propio. Pero resultó. A la semana de mandarla me reenviaron el contrato desde Barcelona para escribirla. Tuve suerte porque ahora las cosas no funcionan de la misma manera.

¿Cómo se puede escribir, trabajar y ser madre a la vez?

Querer es poder. Es mi lema y he demostrado que se puede hacer con sacrificio, ayuda de la familia y mucho empuje. Lo que sí puedo decir es que nunca estuve más delgada que cuando mis niñas eran pequeñas. Deduzcan…

¿Cómo es ahora un día de diario en su vida?

Mucho más tranquilo. Ellas han crecido, son independientes y después de un periodo largo de entrega en mi vida ha llegado el momento en que puedo tener tiempo para mí misma. Dejé el ejercicio de la abogacía hace tiempo para dedicarme a la literatura y es lo que hago en exclusiva aparte de bolillos literarios. Son conferencias, artículos y otros menesteres relacionados con la escritura que ayudan económicamente cuando los derechos de autor no son demasiados.

¿Cuáles son las cualidades que más aprecia en la gente, en sus amigos?

La sinceridad, lealtad, sentido del humor, cordura y buen hacer.

¿A qué le tiene miedo?

Practicante a nada. Pero no me gustaría vivir una guerra.

¿Alguna idea en la cabeza desde hace muchos años?

No me gustan las cosas pendientes de hacer. La última que tenía en la retranca guardada por transcurrir justo en la época de la república y principios de la guerra civil es la que más ha esperado por considerarla demasiado manida. Ahora la estoy llevando a cabo tratándola de una forma diferente a las que he leído con anterioridad.

¿Quién es Almudena de Arteaga?

No hay nada más indiscreto que describirse a uno mismo. Profesionalmente Almudena es simplemente una escritora que espera morir como tal.

Una razón para leerla, señora De Arteaga.

Recomiendo mi lectura a todo el que quiera viajar a otros lugares, épocas y acontecimientos de la mano de unos protagonistas muy cercanos. A quien quiera aprender historia sin darse cuenta de ello.

Cuando escribe, ¿qué busca, qué persigue?

La creatividad plena. Me levanto temprano, hago ejercicio y me siento a escribir a diario hasta la hora del almuerzo. Mente sana in corpore sano. Para mí el cansancio físico estimula la creatividad. No hacerlo implica perder el tiempo intentando retomar la historia que cuento.

¿Sigue una disciplina/rutina para escribir?

Por supuesto. Como se ha repetido tanto, cuando la musa llega ha de encontrarte sentada trabajando.

¿Piensa en un lector determinado a la hora de escribir?

No. Escribo lo que surge de mi mente. Lo contrario es una misión difícil ya que hay gustos para todos y pondría cortapisas a la creatividad.

Para escribir no puede faltarle…

Música y un montón de libros y fotocopias de documentos más o menos ordenados a mi alrededor.

¿Cómo es el proceso creativo de Almudena de Arteaga?

Me empapo de la historia y costumbres del momento. Estudio las biografías de los personajes hasta que las memorizo como si de un familiar se tratase y comienzo la historia intentando vivirla en mis mismas carnes. Es la única manera de hacer la parte ficticia real.

¿Ser novelista es jugar a ser deicida, como postula Mario Vargas Llosa?

En cierto modo, ya que puedes moldear la novela y a los personajes según tu voluntad.

¿Hay que ser valiente para escribir?

Hay que olvidarse del que dirán porque ello también te limita. En el proceso de escritura se alternan los momentos de inseguridad con los de seguridad.

¿Cómo tiene la imaginación?

Según los que me conocen, desbordante. Y disfruto con ello.

¿No le tienta escribir sobre sucesos contemporáneos, no tan remotos en el tiempo?

Creo que lo que hoy acontece y será historia mañana, necesita un tiempo de reposo y madurez para poder ser interpretado. Sobre todo cuando se trata de encontrar historias secretas que suelen tardar en salir a la luz.

¿Recuerda por qué empezó a escribir?

Porque me regalaron mi primer diario. Un regalo de mi primera comunión. Escribir sirve entre otras cosas para evadirse de la realidad o por el contrario para sosegar la mente de sus miedos, alegrías, tristezas…

¿Ordenador o a mano?

Ordenador, excepto cuando una idea surge de manera espontánea. Entonces, la suelo escribir a mano en un cuaderno, servilleta o cuartilla para más tarde desarrollarla.

¿Corrige mucho?

Decenas de veces, pero siempre hay que saber parar. Un libro es como un cuadro o escultura, siempre puede modificarse para mejorarlo o empeorarlo.

¿Alguna manía a la hora de escribir?

Ninguna.

¿Dónde escribe?

En cualquier lado. La concentración me permite evadirme de todo lo que tengo alrededor. Lo que busco es luz natural.

¿Cómo debe ser ese sitio además de tener luz natural?

Ante todo acogedor.

¿Necesita silencio para escribir?

Suelo poner música clásica sin canciones. Sus letras me distraen.

¿Cómo se clasificaría como escritora?

Evolutiva. Creo que no hay que anclarse en el pasado e intentar hacer siempre lo mismo.

¿Qué sería de su vida si no pudiera escribir?

Prefiero no planteármelo.

¿Recuerda cuando fue la primera vez que se sintió escritora?

Cuando publiqué mi tercera novela. Me exijo a mí misma bastante y creo que escribir solo un libro no es escribir sino pasar el tiempo.

¿A quién le deja leer sus manuscritos antes de ser editados?

A nadie. Suele ser mi editora la primera que lo ve.

¿Cuáles son sus afinidades literarias?

Cualquier novela buena digna de recordarse pasado el tiempo.

¿Hay algún estereotipo de escritor en el que odiaría caer?

En los que juegan a divos, desconociendo por completo la humildad.

¿Por qué leer?

No hacerlo será como vivir media vida. Como no tener ninguna inquietud.

¿Leer es vivir?

Sí, y mil vidas diferentes.

¿Cuál es su sitio preferido para leer?

Sentada en un lugar donde el arrullo de los pájaros, arroyos o mareas meza los sentidos. Si no se puede, en casa, con mucha luz y unas buenas gafas, ya que la presbicia empieza.

¿Cómo se debe leer?

Al igual que al escribir, sumergiéndote en la historia contada.

¿Cuántas horas diarias dedica a la lectura?

Una como mínimo.

Para leer no puede faltarle…

Las gafas.

¿Quién le enseñó a leer?

Como a todos, en el colegio. Supongo.

¿Cuál fue el libro que le convirtió en lector?

Los tebeos y los cuentos infantiles.

¿Qué libros le han emocionado en su vida?

Mencionar alguno olvidando otro sería menospreciar a los demás porque todo depende de la edad y el momento de tu vida en el que estés. De lo identificado que se sienta el lector con la novela. Por dar un título, Donde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro, me hizo vibrar.

¿Qué libro no ha sido capaz de terminar de leer?

Muchos. Si en el capítulo quinto no me ha enganchado lo dejo, sobre todo porque al ser jurado de algunos premios literarios me veo obligada a leer por completo manuscritos que jamás llegan a ser publicados.

¿Cuáles fueron sus primeras lecturas?

En libros, la colección de los Holister, la de los Cinco, todas las novelas de Agatha Christie, las de las hermanas Brontë…

¿Cuáles son sus autores preferidos?

Antes los tenía. Ahora cada vez más exigente y después de muchos años me he dado cuenta de que todos los escritores tenemos unos libros mejores que otros.

¿Qué tipo de lectora es?

Constante.

¿Qué ha aprendido de sí misma leyendo que no hubiera podido aprender sola?

Cualquier cosa que me transmite la genialidad anónima.

¿Hay algo mejor que leer?

Escribir.

¿Existe una decadencia de la lectura, de los lectores?

El lector de verdad lo primero que mete en la maleta es un libro.

La lectura, ¿va a menos?

Hoy se publica mucho más que antes, lo que puede llevar a engaño. Por otro lado hay muchos más divertimentos para las horas de ocio y quizá eso es lo que disipa a los más jóvenes. Pero he de decir que los que descubren el fantástico mundo de la lectura se suben al carro. Prueba de ello es la cantidad de libros juveniles que se publican.

La lectura es…

El pasatiempo más edificante que existe.

¿Qué es el libro para usted?

Una joya digna de guardar de por vida. Y un problema para la mayoría dada la escasez de metros cuadrados en los que vivimos.

¿Tiene libro electrónico?

No. Sigo siendo de la vieja usanza. Son demasiadas horas delante de una pantalla al día como para buscar otra al terminar de trabajar.

¿Qué opinión tiene sobre el libro electrónico?

Convivirá con el de siempre.

¿Cuál es su relación ahora con los libros?

Vivo con ellos, son mi sustento, mi divertimento, mi alegría. ¿Se puede querer más?

¿Qué experiencia significativa le convirtió en usuaria de los libros?

No lo recuerdo, ya que desde que tuve uso de razón fueron mis compañeros.

¿Hay algún olor que relacione con los libros?

Al haber comprado muchos antiguos, el olor a tinta, polvo y papel viejo. El amarillear de sus páginas y el crujir de su papel.

¿Están sus libros limpios de notas y subrayados o los marca de alguna de manera?

Unos sí y otros no. De todos modos, he de decir que siempre utilizo lápiz para ello con la intención de borrar mis notas después de un tiempo que aún no ha llegado.

¿Cuántos libros suele comprar en un año?

¿Veinte, treinta? La verdad es que no llevo la cuenta pues cuento con muchos amigos escritores que me regalan sus novedades, al margen de los libros que me suelen mandar las editoriales.

¿Dónde suele compra los libros?

Por correo electrónico o en cualquier librería por la que pase. Tengo amigos libreros que luchan por salir adelante en muchas ciudades de España.

¿Cuál es su librería de cabecera?

Alguno contemporáneo a la historia que cuento. Así sueño también con ello.

¿Visita las librerías de viejo?

Muchas. Son mi pasión.

¿Cuál es su posesión libresca de la que se siente más orgulloso?

Quizá una tesis doctoral de 1850 de Don Gaspar Muro sobre la princesa de Éboli. Con grabados de los personajes entre papel de seda, reproducciones de sus cartas y un estudio soberbio sobre ella. Por no hablar de su encuadernación en piel y oro. Me ayudó mucho para mi primera novela.

¿Alguna mitomanía?

Suelo ser sincera y huyo de la mentira como de la peste.

¿Cómo los cuida usted?

Guardándolos en la estantería y quitándoles el polvo de vez en cuando.

¿Los presta?

Depende de a quien.

¿Posee ex libris?

Sí.

¿Qué opina de ese fenómeno que es la Feria del Libro?

Intento ver la parte positiva. Ayuda a la industria del libro y nos brinda la posibilidad a escritores y lectores de conocernos personalmente después de haber estado juntos muchas horas.

¿Cuál es el futuro del libro?

Eterno.

Su biblioteca es…

Está ordenada por temática, y en la parte de historia por épocas. Hay un estante con un ejemplar de la primera edición de cada uno de mis libros y otro con todos los dedicados por mis compañeros de lidia.

Decía Marguerite Yourcenar que una de las mejores maneras de conocer a alguien es ver sus libros. ¿Hay muchos libros en su biblioteca?

Miles. Cada vez que me mudo una cuarta parte del camión son libros. Una vez cada cinco años me veo en la tesitura de elegir una buena cantidad para regalar a bibliotecas públicas e instituciones. Me cuesta sangre, sudor y lágrimas.

¿Qué género predomina en su biblioteca?

La historia, sin duda.

¿La tiene ordenada?

Sí.

¿Sólo tiene libros en las baldas o también acumula objetos?

Las dos cosas. Tengo grabados y estatuillas pequeñas de niños de mármol que colecciono, a parte de una aldaba antigua a la que llamo para que las ideas acudan a mí.

¿Cuál es el libro más raro de su biblioteca?

Uno francés de grabados de finales del siglo XVIII que reproduce la vida cotidiana de después de la revolución francesa.

¿Y el más caro?

No los tengo tasados y tampoco anoto lo que me costaron.

¿Contiene libros en otros idiomas?

Sí, en inglés y francés.

¿Cómo debe formarse una biblioteca?

Es el transcurso de toda una vida de querencias.

Lezama Lima sostenía que poca gente había viajado tanto como él dentro de las paredes de una biblioteca. ¿También es cierto esto en su caso?

Unas veces sí y otras no, depende de la época a tratar. Es absurdo viajar a Roma y pretender ver en la de hoy en día lo que aconteció hace miles de años. Solo quedan vestigios.

¿Qué biblioteca ha visitado y le ha fascinado?

Sin duda, la del monasterio del Escorial. Y para documentarse, la Biblioteca Nacional.

¿Qué biblioteca le gustaría visitar?

La de Alejandría, en sus buenos tiempos.

Almudena de Arteaga (Madrid, 1967) es licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid –ejerció como abogada durante seis años- y diplomada en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria por el Instituto Salazar y Castro. Sus quince libros son La princesa de Éboli, Eugenia de Montijo, La vida privada del emperador, La Beltraneja. El pecado oculto de Isabel La Católica, Catalina de Aragón. Reina de Inglaterra, Bodas imperiales, Estúpida como la luna, María de Molina. Tres coronas medievales (ganadora del Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio, 2004), La esclava de marfil, El desafío de las damas, Leonor. Ha nacido una reina (coescrito con Nieves Herrero), Beatriz Galindo. La Latina (Premio Algaba 2007), El marqués de Santillana, Ángeles custodios y Capricho (Premio Azorín 2012). Página web.