La caja china

Jesús Maeso de la Torre

La caja china

Ediciones B (Barcelona, 2015)

592 páginas / 21,50 € (papel)

Con el tiempo y la paciencia de un buen puchero, Jesús Maeso de la Torre se ha ido forjando una reputación como autor de novela histórica nada fácil de sostener. Y es que cuando uno firma obras como La cúpula del mundo, El sello del algebrista o Tartessos, coloca el listón tan alto que corre el peligro de verse superado por su propio éxito. Sin embargo, La caja china demuestra justo lo contrario: que a Maeso todavía le quedan muchas buenas historias que contar.

La caja china es una formidable novela de aventuras que traslada al lector nada menos que a los peligrosos mares de China en pleno siglo XVI. El afán conquistador del monarca Felipe II lleva al cartógrafo Rodrigo Silva a emprender una misión secreta para averiguar más sobre un territorio hasta entonces desconocido y estudiar la posibilidad de establecer allí una colonia hispana. Sin embargo, Silva arrastra en su corazón una pesada carga que poco tiene que ver con las intenciones del rey: el deseo de reparar la injusticia que se cometió contra su padre siete años atrás, cuando fue ahorcado de forma pública por la pérdida de un galeón a manos de piratas ingleses. La sospecha de que en realidad fue traicionado por el timonel de aquel barco, y la posibilidad de encontrar al traidor durante su viaje, avivan en su interior unas ansias de venganza que le obsesionarán hasta el punto de regir cada una de sus decisiones.

Con un trabajo de documentación extremadamente preciso y una forma de narrar soberbia, Jesús Maeso elabora un magnífico retrato de lugares fascinantes como Manila, Filipinas o la Ciudad Prohibida de Pekín, haciendo que el lector pueda evocar las sensaciones del protagonista sin esfuerzo. En su aventura, Rodrigo Silva se encontrará con filibusteros, jesuitas fanáticos, espías e incluso salvajes y caníbales que harán de su misión una aventura mucho más peligrosa de lo que esperaba. Sus conocimientos, su ingenio y la ayuda de algunos buenos amigos que hallará en su camino serán cruciales no sólo para llevar a buen puerto su misión, sino para no acabar ahorcado, en la cárcel o en el fondo del océano.

La caja china es una lectura obligatoria para los amantes de los buenos libros. Novela Histórica con mayúsculas, con una ambientación extraordinaria y sin alardes innecesarios de conocimientos. Jesús Maeso desnuda uno de los planes más ambiciosos y descabellados de la monarquía española del siglo XVI: la conquista de China. Además, la interacción entre personajes reales y de ficción dota a la novela de una verosimilitud fuera de toda duda, acercando la historia al lector de forma amena y adictiva.

Esta será mi reseña número nueve en ¡A los libros!, y probablemente la última. Por eso es un orgullo reseñar precisamente la novela del primer autor que fue entrevistado en esta casa que todavía hoy me resisto a llamar blog. Jesús Maeso es un referente y un modelo a seguir por todos los que tratamos de abrirnos camino en esto de las letras, el vivo ejemplo de que la pasión y el trabajo duro pueden llevarte hasta donde quieras. Hay muy pocos autores con una obra tan prolífica y, a la vez, de tanta calidad, lo que ha rendido a sus pies a miles de lectores de todo el mundo.

Aprovecho estas líneas para dar las gracias a Daniel Heredia por darme la oportunidad de participar en este espacio y, sobre todo, por brindarme su amistad. Él y David Hernández conforman mi “familia libresca”, una hermandad estimulante que nació rodeada de libros y que me resulta mil veces más productiva y didáctica que una docena de talleres de escritura.

¡A los libros! es y será un mensaje de esperanza, un claro de luz en medio de la tempestad de librerías que cierran, editoriales que quiebran y escritores que no pueden dedicarse a escribir. Mientras haya lectores que se entusiasmen con un libro entre las manos, la esperanza no estará perdida. Por eso hoy, más que nunca, se hace necesario desgañitarse con el grito de guerra que es ya santo y seña de Daniel Heredia.

¡A los libros, camaradas!

¡A los libros, siempre!

Benito Olmo