Decía Montero Glez, en su entrevista para esta casa de letras que es ¡A los libros!, que un escritor escribe, o debería escribir, para que lo lean. Para ser leído con agrado, con pasión, con ansía, con lujuria. Con coraje, con rabia contenida. Pero nunca con indiferencia. Ni con otra obligación que no sea la de hundir las yemas de los dedos en la carne del libro, siendo absorbidos a su interior …