Bulerias nazis cubierta

Enrique Montiel de Arnáiz

Bulerías nazis

Ediciones Mayi (Cádiz, 2014)

182 páginas / 17 €

Entre las tentaciones que ofrece una editorial pequeñita, periférica e interesante como Mayi, me encuentro con una que tiene como protagonista de nuevo al cuento literario: Bulerías nazis, de Enrique Montiel de Arnáiz (Cádiz, 1977), un escritor que despliega actividades múltiples. Y alguien que defiende la Ley porque trabaja como abogado. Es barbudo, bonachón, generoso, algo curvilíneo, un despiadado provocador según parece y debuta en el panorama literario con esta magnífica colección de relatos.

Este trabajo de escribir sobre lo que te gusta le permite a uno compartir una publicación tan estupenda y repleta de sensaciones (magníficas) como la creada por Montiel de Arnáiz, del que no había leído ni una línea hasta ahora. La ausencia de estas lecturas –entre otras razones porque éste es su primer libro publicado aunque haya participado en diversas antologías- me priva de establecer en perspectiva si el que sale a la luz supone un progreso o no.

El libro se compone de veintidós cuentos heterogéneos y no todos poseen la misma calidad. De hecho, los últimos son los más flojos del volumen; afortunadamente fueron los primeros en ser escritos, lo que supone una evolución literaria de su creador. Estas narraciones breves tienen una extensión muy desigual y también sus estrategias resultan muy variadas. Sobresalen El asesinato de Christian Grey, Los Manolo Blahnik, La galleta María, Apocadizsis y el relato que da título al libro, una pieza extraordinaria con base real. Uno se inclina reverente ante el autor de un cuento tan redondo como Bulerías nazis, un homenaje velado a San Fernando –su ciudad de residencia- y que perfectamente podría haber firmado el maestro Montero Glez. La realidad, en muchas ocasiones, imita a la ficción.

Lo primero que llama la atención de este libro es que destroza los tópicos generacionales al demostrar un vasto bagaje de lecturas y una mirada puramente literaria. Lo segundo, que su tono, lejos de confiarse a la artimaña fácil de crear voces que entablan complicidades con el lector, intenta de entrada provocar reacciones. Enrique Montiel de Arnáiz es un buen narrador, para el que la literatura es un testimonio –por eso habla siempre de cuestiones cercanas- del que siempre cabe esperar enfoques particulares. Y qué decir de las elegantes elipsis que permiten pasar página a determinadas situaciones sin necesidad de contarlo todo.

Bulerías nazis es un libro de cuentos que desde el principio propone tocar médula y que lo consigue a través de un estilo conciso que deja abiertas las puertas a la inteligencia lectora –como Julio Cortázar requería-, con muchos momentos afortunados dignos de un oficio prometedor y con los suficientes alicientes como para admitir numerosas lecturas. Estamos ante un trabajado lienzo donde se pueden captar infinitos matices y hasta estilos divergentes, todo aderezado con algo que no se sabe con exactitud qué es pero que nos impide abandonar su lectura. Enrique Montiel de Arnáiz ha escrito un libro más que estimable, capaz de complacer a muchos lectores por esa colección de vidas que nos hablan de la verdad de los sueños, la condición quimérica del ser humano o la improbable realidad de cualquier realidad. Quienes se acerquen a este trabajo como a un álbum de sensaciones, disfrutarán de extraordinarios momentos y hallarán sorpresas para todos los gustos.

Sin duda, por sus muchas virtudes y sus imperceptibles defectos, Bulerías nazis es un buen primer título de un debutante con futuro, donde se pide a los lectores ser activos en la interpretación de los cuentos. Por eso no es para despachárselo de una sentada, sino para irlo degustando poco a poco sin miedo a los laberintos que se abren con cada propuesta. Sobre todo porque vivimos en un tiempo que ya no reclama conjurados, pero que aún exige cómplices.