Ricardo Menéndez Salmón, escritor.Ricardo Menéndez Salmón, escritor.

Es una de las voces más estimulantes del actual panorama narrativo español. Su obra tiene una prosa tan rotunda como cuidada, con unas reflexiones espléndidas y frases que son auténticas piezas de orfebrería. No es sólo una actitud estética, sino de compromiso lingüístico, de cultura literaria, de elaboración y de trabajo, del pulso fascinador que se remonta a las entrañas mismas de la ficción moderna. Su última novela es Medusa, también con pasajes de una belleza y de una emoción difíciles de superar.

¿Quién es Ricardo Menéndez Salmón?

Un escritor empeñado en reclamar para la literatura los poderes que históricamente ha desempeñado: como forma de conocimiento y como exploración de la belleza.

Rafael Chirbes afirma que «leer y escribir han sido casi siempre un modo de refugio». ¿De qué busca refugio usted?

De la necedad ajena y de la intolerancia propia. Leer nos cura de nuestros prejuicios y nos protege de la estupidez del mundo.

Con Medusa continúa profundizando en el Mal. ¿Por qué este interés hacia la maldad?

Es el tema más antiguo que existe, el más común a todas las culturas y el más enraizado en nuestra condición. Si la literatura es una especie de enorme expediente acerca de la naturaleza humana, la pregunta por la maldad resulta ineludible.

Sus obras están cada vez más cercanas a lo mestizo, a lo híbrido, mezclando ensayo con ficción.

Escribo centauros. Ese es mi país natal, el territorio donde me siento a gusto.

En sus últimas novelas están presente casi todas las artes: la fotografía, el cine, la pintura, la música…

Sería un iluso si creyera que sólo la literatura posee capacidad para interpretar la realidad o para conmovernos. Antes que nada soy un fruidor, alguien que ama todas las manifestaciones artísticas que existen.

¿Qué supuso la publicación de La ofensa y su magnífica repercusión entre crítica y lectores?

Le debo mucho a ese libro. No puedo añadir mucho más al respecto. Fue un libro afortunado y que llegó en el mejor momento. Y aunque no es mi libro predilecto, me emociona aún hoy pensar en él.

¿Y el desembarco en Seix Barral?

Un sueño cumplido.

Ricardo Menéndez Salmón con sus hijos

¿Por qué sus libros son todos tan breves?

Por un lado, detesto los libros donde hay páginas superfluas, esos que cuentan lo que ya sabemos y toman al lector por un idiota al que hay que explicárselo todo; por otro, las exigencias de mi lenguaje, que es un lenguaje muy poderoso en la creación de imágenes e ideas, hacen que el trabajo de cada página sea agotador.

La filosofía forma parte importante de su obra. Me atrevería a decir incluso que la vertebra. ¿Lo hace de manera consciente?

La filosofía me ha dotado de temas y es mi primera vocación. Amo la filosofía, porque es una escuela de humildad y, a la vez, la más hermosa aventura intelectual de la historia de la humanidad.

¿Qué ocurre en el tiempo que media entre el final de una novela y el principio de la siguiente?

Suele ser un tiempo de malestar, hasta que un día algo toma forma en mi cabeza. Entonces comienza otro tipo de dolencia: la escritura.

¿Qué significaron en su trayectoria esas decenas de premios literarios en el campo del relato?

Literariamente, poco o nada; económicamente, fueron mi primer sustento.

¿Cómo es una jornada diaria en su vida?

Cuidar de mis dos hijos, mis mejores obras, que exigen mucho tiempo. Leer, escribir, disfrutar de Gijón cuando no estoy de viaje. Tengo una vida extraordinariamente sencilla.

¿Sobrevivirán las letras a esta crisis?

La literatura es en sí misma una crisis. Se escribe por insatisfacción, por enfermedad, por desamparo.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Una novela sobre la infancia de Jesús.

Ricardo Menéndez Salmón

Saramago afirmaba que escribir es un trabajo, que el escritor no es un ser extraordinario que espera las hadas. ¿Está de acuerdo?

Sí y no. Escribir tiene una parte de oficio, pero también una parte de misterio. Me resisto a contemplar la literatura única y exclusivamente desde la perspectiva del trabajo.

Cuando escribe, ¿qué persigue?

Ponerle rostro a mis demonios, verlos cara a cara.

¿Es una forma de entender el mundo?

De intentar entender el mundo.

¿Para qué le sirve entonces escribir?

Para conjurar la soledad. Me permito citar a Conrad: «Vivimos como soñamos: solos».

¿De dónde surgen sus historias?

De mis miedos, de mis anhelos, del inmenso venero de la Historia. La literatura está en todas partes.

¿Sigue una disciplina/rutina para escribir?

Ninguna. Soy un escritor absolutamente intuitivo. Nunca soy más escritor que cuando no estoy desempeñando el hecho físico de la escritura.

Ricardo Menéndez Salmón (c) Daniel Mordzinski

¿Piensa en un lector determinado a la hora de escribir?

Jamás. Yo escribo para mí.

Si no hubiera sido escritor…

Me hubiera gustado ser pianista.

¿Por qué pianista?

Quizá porque crecí escuchando los discos de Alfred Brendel interpretando a Beethoven. Y ese es un peaje que deja huella.

¿Tiene alguna superstición a la hora de escribir?

Ninguna.

¿Corrige mucho?

Muchísimo.

¿Utiliza cuadernos para tomar notas o lo hace todo por ordenador?

No tomo notas. Escribo directamente sobre la pantalla.

¿A quién le deja leer sus manuscritos antes de ser editados?

A nadie.

¿Dónde escribe?

En casa.

¿Cómo es ese sitio?

Una mesa vacía y mi biblioteca. Soy muy espartano.

¿Cuándo comenzó a escribir y qué le motiva a hacerlo?

Muy pronto, desde niño. Y lo que me motiva es la insatisfacción. Si fuera una persona completamente satisfecha, no escribiría.

¿Necesita silencio para escribir o le gusta escuchar música?

Escribo en completo silencio.

¿Cómo se clasificaría como escritor?

No soy yo quien debe responder a esa pregunta.

Ricardo Menendez Salmón

¿Por qué leer?

¿Por qué respirar? Podría no escribir; no podría no leer.

¿Cómo se debe leer: en voz baja o en voz alta?

Yo lo hago en voz baja.

¿Cómo hay que leer un libro?

Con atención. Eso basta.

¿Cuál es su sitio preferido para leer?

La cama.

¿Qué tipo de lector es?

Voraz.

¿Quién le enseñó a leer?

No lo recuerdo.

¿Cuál fue ese libro que le convirtió en lector?

La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson.

¿Qué libros está leyendo?

Cuentos completos, de William Goyen, y La Torre, de Uwe Tellkamp.

¿Con cuál ha llorado o reído últimamente?

Nunca he llorado leyendo un libro. París no se acaba nunca, de Enrique Vila-Matas, me ha hecho pasar momentos de enorme regocijo.

¿Deja un libro sin terminar si no le gusta?

Nunca.

¿Quiénes son sus autores favoritos y qué lecturas recomendaría?

Mis escritores favoritos son Faulkner y Kafka. Y entre los vivos DeLillo y Michon. Cualquier libro de estos cuatro autores merece la pena.

¿Cómo se puede fomentar la lectura entre los estudiantes que sólo abren los libros por obligación?

Desde el entusiasmo. Haciéndoles ver que la literatura es algo vivo, no un fósil académico.

¿Existe una decadencia de la lectura, de los lectores?

No lo creo. Mi preocupación es otra: cómo lograr que en un mundo como el actual, donde hay tantísimas posibilidades de leer grandes libros, no triunfe siempre (o casi siempre) la literatura fácil.

Ricardo Menéndez Salmón

¿Qué es el libro para usted?

El objeto más hermoso creado por la humanidad.

¿Quién le educó en el amor a los libros?

Mi padre.

¿Dónde suele comprar los libros?

En la librería Paradiso de Gijón.

¿Visita las librerías de viejo?

Menos que antes.

¿Cuántos libros suele comprar en un año?

Pocos. Cada vez recibo más libros de editoriales y escritores.

¿Cuál es su posesión libresca de la que se siente más orgulloso?

Un ejemplar de Ronda Marsé dedicado por Juan Marsé y un ejemplar de la edición en inglés de Ruido de fondo dedicado por Don DeLillo.

¿Alguna manía u obsesión con los libros?

No me gusta prestarlos.

¿Posee ex libris?

Sí. Un dibujo de Egon Schiele.

¿Están sus libros limpios de notas y subrayados o los marca de alguna de manera?

Los subrayo, pero no tomo notas en ellos.

¿Qué opina de ese fenómeno que es la Feria del Libro?

Es un hecho necesario. El libro forma parte de una industria.

¿Ha practicado en alguna ocasión el bookcrossing?

No.

¿Tiene libro electrónico?

No.

¿Qué opina sobre el libro electrónico?

Lo contemplo sin especial temor. Entiendo que es un fenómeno sin marcha atrás, con el que debemos aprender a convivir, pero sin ningún dramatismo. Creo que el libro en papel sobrevivirá.

¿No será un objeto de lujo en el futuro?

No lo creo.

¿Cómo luchar contra la copia ilegal de libros electrónicos?

Sinceramente, no lo sé.

Ricardo Menéndez Salmón (biblioteca)

¿Cuántos libros hay en su biblioteca?

Unos cuatro mil.

¿Cuál es el número idóneo de libros para su biblioteca?

Mi biblioteca depende del espacio de que dispongo. Si por mí fuera, sería una biblioteca infinita.

¿Qué género predomina?

La ficción.

¿La tiene ordenada?

Alfabéticamente.

¿Sólo tiene libros en las baldas o también acumula objetos, fotografías u otro tipo de fetiches?

Hay objetos y fotografías.

¿Alguna peculiaridad?

Si el orden es una peculiaridad, soy un maniático al respecto.

¿Qué libros le faltan en su biblioteca?

Los libros ilustrados de Julio Verne. Ahora están en la biblioteca de mis hijos.

¿Posee libros heredados de su familia?

De mi padre y de mi abuelo paterno.

¿Hace expurgo en su biblioteca con frecuencia?

Un par de veces al año.

¿Contiene libros en otros idiomas?

Sólo de autores muy queridos (Kafka, Dostoievski, Joyce, DeLillo) y las traducciones de mis propios libros.

¿Visita las bibliotecas públicas?

Nunca como usuario; a veces como escritor, para hablar de mis libros o de los de otros.

Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) es autor de las novelas La filosofía en invierno (KRK), Panóptico (KRK), Los arrebatados (Trea), La noche feroz (KRK y Seix Barral), La ofensa (Seix Barral), Derrumbe (Seix Barral), El corrector (Seix Barral), La luz es más antigua que el amor (Seix Barral) y Medusa (Seix Barral), dos libros de cuentos, Los caballos azules (Trea) y Gritar (Lengua de Trapo), y del libro de viajes Asturias para Vera (Imagine). Es licenciado en Filosofía por la Universidad de Oviedo.