Ana Sofía Pérez-Bustamante, poeta.Ana Sofía Pérez-Bustamante, poeta.

Un día me dejé enrolar en una expedición a lo desconocido. Ricardo Galán Urréjola, consumado pintor de paisajes urbanos, quería adentrarse en el tema de la naturaleza y hacer con él lo que había hecho antes con la pintura urbana: un esmerado libro/catálogo, por el estilo del que había publicado en 2011 a medias con José Manuel Bravo (De la pintura y otras pasiones).

─Pero ¿qué es lo que quieres que yo escriba?
─ No sé. Lo que se te ocurra. Lo que quieras. Algo.

“Algo” puede ser un punto de partida perfecto hacia la invención de un deseo y una necesidad.

Ricardo Galán Urréjola, desde su taller subterráneo, iba pintando el bosque de la sierra de Cádiz. Ricardo es motero de los de Puerto Gáliz, y su experiencia es la de parar la moto, meterse en la maraña vegetal y perderse en un espacio sin horizonte. Adentrarse en el caos vegetal. Su gesto como pintor es extraordinariamente dinámico, temperamental, barroco. Y su olfato le conduce a recrearse en una oscuridad llena de insinuaciones, texturas y presagios.

Yo amo el bosque de la sierra de Cádiz desde la quietud contemplativa de un sendero interior por donde se pasea lentamente. Percibo la belleza perfecta del azar. La sacralidad del vientre hecho de árboles. Y me dispuse a recrear este sentir en un poema donde se iban entretejiendo las imágenes (propias, ajenas) en fragmentos breves.

En conjunto, un viaje arquetípico: persona cansada, sin vigor, se adentra en el bosque para fundirse con él y reencontrar ese algo indefinible que se llama frescor en la piel, maravilla y asombro de vivir aquí y ahora.

17

Me gusta a estar a solas
cuando estoy tan absorta
que de alguna manera no me siento.
Entonces,
cuando brilla el silencio,
suena la soledad.

La segunda parte del libro se centra en otro tipo de vida quieta: la del bodegón en el estudio. Aquí es donde el artista está solo, en medio de sus ritos propiciatorios, su búsqueda, su ambición y su miedo. En este caso hice un poema de fragmentos en prosa como si fueran pensamientos desde el corazón de la soledad doméstica, desde el centro de los problemas de la creación artística, desde el eje del gran problema existencial que el artista intenta solucionar entregándose al arte. En esto me vino a la cabeza la idea de fundir en mi texto extractos de una novela apasionante de Joël Dicker: La verdad sobre el caso Harry Quebert. Una novela donde un maestro da consejos sobre la escritura, la vida y el boxeo (Ricardo se dedicó al boxeo en los años de su turbulenta juventud).

12

Siempre en el centro de esta habitación. Ceñido por propia voluntad a esta celda como condición imprescindible para insertarse en el mundo. Espacio de trabajo. Espacio de carencia. Espacio de confort.
Acostumbrado a la soledad. Aburrido de la soledad. Necesitado de estar solo.

[«Algunos querrán hacerle creer que un libro tiene relación con las palabras, pero es falso. Se trata de una relación con la gente».]

Entonces, ¿por qué leer Pintura, naturaleza y quietud [Blanca Ediciones, 2013]? Ah, no sé. Porque es un viaje a través de la palabra y los cinco sentidos hacia la conciencia. Su desesperada belleza. Su inquisitivo pálpito de amor en soledad.

Ana Sofía Pérez-Bustamante