Descenso brusco

Juan Guinot

Descenso brusco

Cazador de Ratas (El Puerto de Santa María, Cádiz, 2014)

294 páginas / 15 € (papel)

Hay algo de quijotesco en la idea de montar una editorial con la que está cayendo. En plena recesión, la industrial cultural se ha visto claramente afectada y los libros se han convertido en una de las formas menos seguras de ganarse el sustento. Por eso no puedo dejar de sentir una profunda admiración y una velada empatía por quién se empeña en nadar contracorriente y desoír al sentido común para emprender una empresa con visos de convertirse en poco menos que una misión imposible. La gaditana Carmen Moreno lidera este desafío, esta locura editorial llamada Cazador de Ratas que, desde Cádiz, nace con la determinación de aportar su granito de arena para revitalizar el maltrecho tejido cultural. En su alegato inicial, prometen apostar tanto por escritores consagrados como por autores primerizos que tengan algo que decir y se declaran fanáticos de la novela negra y la novela gráfica. Siendo estos mis dos géneros favoritos, comprenderán que me hayan ganado para la causa sin demasiado esfuerzo.

Su apuesta por el argentino Juan Guinot y su Descenso brusco es arriesgada, y no sólo por aquello que dicen de las dos orillas en un país en el que se valora poco o nada lo propio mientras se encumbra a autores nórdicos de apellidos impronunciables que escriben novelas tan parecidas unas a otras que resulta imposibles tomárselas en serio. También porque Descenso brusco es una novela inclasificable, con un argumento que serpentea entre lo absurdo, lo divertido y lo oscuro, con una buena carga de crítica social y una trama que parece retorcerse a medida que se avanza en la lectura obligando al lector a aguzar los sentidos, como quien presencia un truco de magia y se niega a pestañear para no perder detalle.

El protagonista de Descenso brusco es un porteño afincado en Madrid cuya ingenuidad le llevará a sumergirse en una trama impredecible que amenazará peligrosamente su estabilidad física y emocional. Una maleta extraviada en el aeropuerto, un turbio asunto de tráfico de drogas, un desconocido con extraños poderes y un perro policía en pleno proceso de desintoxicación son algunos de los ingredientes que conforman un argumento inusual que, en ciertos momentos, parece adentrarse en callejones sin salida que el autor consigue eludir en el último momento en busca del «más difícil todavía».

La voz narrativa de Juan Guinot es interesante y resulta fácil acostumbrarse a los «querés, pasá, entendés» que salpican la narración y dan a la lectura una cadencia poco habitual pero muy agradable. Les garantizo que entre las páginas de Descenso brusco van a encontrar una historia divertida, distinta y con un final sorprendente. Prefiero no darles más detalles y dejarles descubrir por sus propios medios los secretos que esconde su lectura.

Dicen que la clave del éxito radica en la adecuada combinación entre trabajo duro, talento y suerte. En Cazador de Ratas el talento ya lo tienen, como queda demostrado con la elección y edición de esta primera novela. Me gustaría animarles a seguir trabajando duro para conformar un catálogo competitivo y valiente, tan necesario en los tiempos que corren. Personalmente creo que el equilibrio entre inteligencia y entusiasmo es la clave para sobrevivir en el cada vez más complicado mundo editorial, así que espero que consigan encontrarlo.

Desde estas líneas quiero aprovechar para desear a Carmen Moreno y al equipo de Cazador de Ratas toda la suerte del mundo porque, para qué engañarnos, la van a necesitar. Y me encantaría seguir oyendo hablar de ellos, de sus libros y de sus autores durante mucho tiempo.

Benito Olmo