Josep Mengual, editor y escritor.Josep Mengual, editor y escritor.

Debe de dar mucho gusto haber escrito una biografía tan excelente como la del poeta y editor catalán Josep Janés. El responsable de este trabajo, Josep Mengual, es también una persona relacionada con el mundo editorial. Alguien a quien todavía le importa mucho eso que ahora tanto se descuida: la tipografía, la calidad del papel o la disposición de cada palabra en el blanco de la página. Este tranquilo agitador cultural escribe con entrega, con ese cuidado a lo que hace, como antes cuando editaba. Esta búsqueda de la calidad es la única seguridad razonable que conoce Josep Mengual en este oficio incierto de poner orden en las palabras, ya sea en un libro o en un manuscrito.

¿Por qué ha publicado una biografía sobre Josep Janés?

En primer lugar, porque me interesaba el personaje, un hombre y un editor extraordinarios. Pero también porque que me pareció que a muchos lectores ya no les decían nada los nombres de Germán Plaza y Josep Janés, y sobre todo en el caso de Janés se trata de un pilar fundamental de la cultura literaria y editorial española. Su faceta como poeta y como editor en catalán, así como su labor bajo las durísimas condiciones impuestas por la guerra civil y la inmediata posguerra son muy poco conocidas por el lector no especialista. Y nunca dejó de editar. Parece que se haya olvidado lo que significaba publicar en tiempos de censura política, religiosa y lingüística. Por otra parte, hay muchas editoriales que en estos momentos están recuperando algunos de los títulos y autores que formaban los catálogos janesianos y, en algunos casos, en las mismas traducciones y no siempre teniendo en cuenta que esos textos fueron mutilados o pervertidos por censura, lo cual me parece muy grave. En mi opinión, pues, había muchos motivos para hacerlo. Y el centenario era el momento idóneo.

¿Cómo empezó su interés por este editor y poeta?

El primer detonante serio fue la lectura de Josep Janés. El combat per la cutura, de Jacqueline Hurtley (un libro espléndido que no se explica cómo no está traducido al español), al que llegué buscando información sobre un autor al que Janés publicó: José M. Camps. La curiosidad por saber más sobre ese genio de la edición me llevó a El meu Josep Janés, de Joan Rius i Vila, y luego a libros menos fáciles de conseguir, como el de Joan Bonet i Martorell o La literatura inglesa del siglo XX en la España de posguerra, la aportación de José Janés (la tesis doctoral de Hurtley). Paralelamente había desarrollado un gran interés por la historia de la edición, e incluso había escrito unas cuantas reseñas de libros sobre la materia, y no encontraba nada ni lejanamente comparable, en cuanto a importancia e interés, a la calidad de la obra de Janés.

Si Josep Janés levantase hoy la cabeza…

Sin duda, se pondría a editar libros buenos, bellos y a precios muy ajustados. Siempre. Su capacidad de adaptación a los tiempos difíciles está más que sobradamente acreditada, y estoy convencido de que, en términos culturales, volvería a obtener éxitos muy notables. Probablemente tendría más problemas con los bancos. Y volvería a hipotecar su casa.

¿Todo vale para publicar?

No estoy seguro de entender bien la pregunta. Siempre queda el recurso de autopublicarse, pero a menudo eso sólo aumenta la sobreabundancia de textos disponibles, no la calidad del material disponible al lector.

¿Editar un libro es una tarea más enloquecida que escribirlo?

En general, creo que no, pero el editor de mesa suele tener unos plazos muy ajustados para llevar a cabo una tarea que requiere bastante serenidad y concentración. A veces el editing de un libro extenso, aunque pueda ser muy gratificante, resulta mentalmente agotador.

El negocio editorial parece estar cambiando más en la última década que en 200 años…

¿Negocio editorial? Uno de mis maestros de referencia, Sergi Beser, solía decir que si uno pretende hacer negocio no debiera estudiar filología ni dedicarse a las letras. La edición de libros enfocada como negocio lucrativo no estoy seguro de que sea muy recomendable, pero es cierto que en lo que llevamos de siglo XXI los procesos de edición de contenidos han cambiado enormemente, y eso ha afectado también a los libros.

¿Sigue habiendo mucha censura encubierta en la actualidad dentro del sector editorial?

No me consta ni lo creo, más allá de que hablemos de la censura del mercado, que al fin y al cabo ha existido siempre. Cada editorial tiene su política, evidentemente. En cuanto a la censura, el problema que considero interesante denunciar es que siguen circulando muchas ediciones tal como las dejó la censura franquista, se han ido reimprimiendo, en lugar de reeditarlas (o incluso, como sería inevitable en muchos casos, retraducirlas). Sabemos fehacientemente de muchas obras de autores españoles, o traducidas, que se publicaron censuradas. Fernando Larraz es autor de un libro espléndido en que, centrándose sólo en la novela española, demuestra hasta qué punto esa inercia ha incidido en el canon literario español.

¿Confía plenamente en su juicio estético y literario?

He procurado formarme para poder confiar en él. El ejercicio ocasional de la crítica literaria me ha resultado muy útil en ese sentido, porque me ha obligado a meditar un poco a fondo acerca de mis criterios y a reevaluarlos.

Céline dijo que todos los editores son unos rufianes. Y Goethe los había bautizado como hijos del diablo. ¿Por qué este cariño por parte de los autores?

Evidentemente hay algo de mito en eso, y no suelen citarse tan a menudo los casos de escritores que han expresado públicamente el agradecimiento hacia sus editores o que han cambiado de editorial cuando su editor ha cambiado. Pero supongo que en cierto sentido es algo parecido al entrenador de un equipo deportivo, o al presidente del club. Se le quejan los jugadores que no tienen minutos, los que no se consideran valorados, los que quieren un aumento de ficha, los que querrían estar en un club más prestigioso o jugar partidos internacionales… Pero también existe, aunque quizá cada vez menos, el deportista agradecido que por fidelidad a unos colores se mantiene siempre en el mismo equipo que le dio la primera oportunidad (y eso que la vida en activo de los deportistas suele ser bastante más corta que la de los escritores).

¿Alguna recomendación para los jóvenes que intentan abrirse camino en el mundo literario?

Ante todo, que conozcan a sus padres (literarios), que no pretendan descubrir el Mediterráneo una vez al año. Que se planteen de entrada la célebre pregunta de Carmen Balcells: si lo que desean es ser escritores o autores. Que procuren ser realistas respecto a si lo que escriben es o no es literatura, si hay creación o simple repetición de unos esquemas o patrones heredados. Es muy noble la novela de entretenimiento que no asume ningún riesgo o el ensayo de divulgación. Muchos de estos libros son muy instructivos y agradables de leer, pero uno ha de ser consciente de si es un artista o un artesano. A continuación, buscar un buen agente literario. Y como en el título de la novela en clave de Julia Escobar sobre escritores primerizos, Nadie dijo que fuera fácil

¿Qué le aporta su blog negritas y cursivas?

El blog nació inicialmente como un espacio en el que poner a disposición del lector interesado una serie de investigaciones sobre historia editorial que eran contextuales o marginales en la biografía de Janés que tenía entre manos y que podrían haber convertido A dos tintas en un libro mastodóntico, pero poco a poco se ha ido transformando en un lugar donde puedo compartir lo que voy estudiando y descubriendo acerca de la historia de la edición, y no sólo española: desde presentar a personajes singulares del mundo editorial, hasta ediciones raras, conflictos editoriales, libros que no llegaron a publicarse o anécdotas divertidas. Últimamente me preocupa mucho advertir que no estamos en el buen camino para poder disponer algún día de una historia de la edición española, que considero parte fundamental de la historia de la cultura. Hay algunos estudios importantes sobre algunos editores, como el de María José Blas Ruiz sobre Manuel Aguilar, o el excelente y premiado de Mireia Sopena sobre Josep Pedreira, el de Albert Forment sobre José Martínez Guerricabeitia, o el de Miguel Ángel Buil sobre Gregorio Pueyo; también se han publicado estudios muy interesantes sobre la censura franquista, sobre las traducciones, pero cuando se han intentado historias más amplias, y eso circunscribiéndonos sólo al siglo XX. A menudo por falta de los materiales necesarios se ha caído en la visión muy panorámica, en la generalización, en el resumen apresurado o poco útil… Eso no quita mérito a obras fundamentales como el Pasando página de Sergio Vila-Sanjuán o L´edició a Catalunya de Manuel Llanas, pero el proceso no me parece el idóneo. Lo lógico sería disponer de trabajos y estudios parciales antes de acometer una historia general.

¿Cómo ve el panorama literario español?

No lo miro mucho, pero en el sistema literario español advierto una sensación de confusión en muchos sentidos. Entre editores, agentes y críticos, pero también entre los autores con los que más trato tengo.

Sus editoriales favoritas son…

Casi es obligado que mencione en primer lugar José Janés Editor, a la que podría añadir enseguida Aguilar y Luis Miracle, por ejemplo. Quizá fuera más cómodo hablar de colecciones, y entonces destacaría, por diversos motivos, El Mensaje (José Janés Editor), Palabra e Imagen (Lumen) o Libros sobre Libros (Fondo de Cultura Económica). Entre las españolas que siguen en activo, y por razones distintas, Trama, Campgràfic, Trea, Gustavo Gili, Media Vaca, Minúscula, Tusquets, Lumen, Libros del Asteroide, Anagrama, Crítica, Pasado & Presente… Debo añadir Debate, que me ha demostrado ser muy audaz y trabajar muy bien. También Joaquín Mortiz, Era, Gallimard, Sellerio, Fondo de Cultura Económica, Sudamericana, Knopf, Skira…

¿Qué opinión le merece el Premio Planeta?

Podría ser un buen modo de profesionalizar al escritor, pero constituye una inversión tal en promoción de la obra que el jurado se ve en la necesidad de otorgar un papel predominante a los criterios comerciales. Me parece muy dudoso, sin embargo, que haya contribuido a la mejora de los índices de lectura en España. Creo que eso es una falacia que la propia maquinaria de Planeta ha divulgado y ha acabado por imponerse porque resultó idóneo para que los escritores de izquierda o los autores no novela literaria que se presentaban lo hicieran sin excesiva mala conciencia. Estoy con Herralde cuando dice que distorsiona el carácter prescriptivo que debieran tener los premios literarios. Pero, en general, la desproporción que hay en España entre premios a obra inédita y premios a obra publicada es una anormalidad inexplicable.

¿A qué le tiene miedo?

A que el aumento del peso que tienen el lenguaje y la memoria visual conlleve un empobrecimiento del lenguaje escrito. No creo que eso haga a la humanidad más inteligente ni mejor. Acaso soy más apocalíptico que integrado de lo que debiera.

¿Podría describirnos un día cualquiera en su vida?

Quizá suene pedante, pero procuro que no haya días cualesquiera en mi vida, evitar la rutina. Pero suelen empezar a las seis de la mañana paseando a Golum (nuestro perro).

¿Cuáles son las cualidades que más aprecia en la gente, en sus amigos?

Eso que para entendernos llamamos «buena fe», el sentido de la amistad y el de ayudar a quien lo necesita sin esperar a que lo pida y sin pedir nada a cambio. Cuando puedo compartir el silencio con alguien y no nos sentimos incómodos, suele ser porque estoy con un amigo. Por supuesto, ¡la simpatía también es siempre bienvenida!

¿Alguna idea en la cabeza desde hace muchos años?

Desde hace unos cuantos, vivir una temporada en Samoa y volver a tocar la batería regularmente (y procurar aprender a hacerlo un poquito mejor).

¿Quién es Josep Mengual?

Un tipo de letras discípulo de Beser.

Hemingway decía que escribía sobre lo que sabía. Otros escritores escriben para averiguar. ¿Para qué escribe usted?

Más bien como estímulo para investigar lo que desconozco. Eso conlleva a veces la frustración de descubrir que si no sabemos algo no es porque nadie no lo haya averiguado antes, sino sólo porque no se ha divulgado suficientemente o no estábamos atentos a lo que hacía. Y, obviamente, por placer (en otros casos, pro pane lucrando).

¿Sigue una disciplina/rutina para escribir?

Más allá de escribir sentado, no. Y a veces incluso en eso me indisciplino.

¿Ha pensado usted en escribir una novela?

Sí, lo he intentado y no he logrado que me satisfaga. Y si soy honesto, no creo que sea porque ponga el listón demasiado alto. Pero es probable que en algún momento, con tiempo, vuelva a intentarlo porque es muy divertido.

¿En qué medida el escritor posee el don de regalar otra realidad a quienes leen sus ficciones?

En la medida de su talento y su imaginación. Pero no todas esas otras realidades son igualmente valiosas, creo que debemos decidir si con esas otras realidades queremos sólo evadirnos y entretenernos o crecer como seres humanos.

¿Recuerda por qué empezó a escribir?

La verdad es que no, pero Janés explica eso de un modo más afortunado: «Hasta allí donde llega mi memoria, siempre encuentro letras».

¿Tiene alguna superstición a la hora de escribir?

No soy supersticioso.

Para escribir no puede faltarle…

Tiempo.

¿Ordenador o a mano?

Indistintamente.

¿Corrige mucho?

Depende del tipo de texto. Si ha de imprimirse, suelo corregir bastante y a menudo hago esquemas y borradores. La ventaja del blog en ese sentido es que puedo corregir a posteriori (aunque maldiga mi mala cabeza por haberlo dejado pasar) si advierto un error.

¿Dónde escribe?

Me gusta mucho hacerlo en bibliotecas, aunque generalmente escribo en casa, en un pequeño estudio, en el salón o en la cocina. Donde más he escrito seguramente es en un estudio de unos dos por cuatro metros, dos de cuyas paredes son cristaleras que dan a un patio encantador con algunas palmeras, que afortunadamente queda a mi espalda. Tengo a mi derecha una librería con los libros de referencia y distribuyo sobre la mesa en que trabajo el material que pueda necesitar en cada caso concreto.

¿Necesita silencio para escribir o le gusta escuchar música o tener la radio encendida?

Preferentemente silencio, a veces música suave y en particular jazz instrumental (últimamente, como no podía ser de otra manera, el U del David Mengual Slow Quartet).

¿Cómo se clasificaría como escritor?

Inexperto, agradecido con quien edita el texto (porque sé bien lo que es eso), con quien lo publica y con quien lo promociona.

¿Recuerda cuando fue la primera vez que se sintió escritor?

Cuando advertí que había publicado ya unos cuantos artículos y ensayos sobre literatura tuve esa sensación de estar empezando a crear algo, pero confieso que no le veía un sentido unitario (había análisis filológicos, reseñas para revistas culturales y para suplementos de periódicos, breves ensayos de historia de la literatura…). El día que Maru de Montserrat, de International Editors, aceptó ocuparse de que A dos tintas se publicara y se publicara dentro del año del centenario de Janés, sentí que algo había cambiado.

¿A quién le deja leer sus manuscritos antes de ser editados?

Los breves, si me siento seguro de ellos, a menudo a nadie. Sí me gusta en cambio que quien los publique se tome la molestia de editarlos. Los más extensos o comprometidos, a amigos escritores, periodistas y editores.

¿Cuáles son sus afinidades literarias?

En general, a quienes intentan desdibujar los límites entre la prosa narrativa y el ensayo histórico. Para dar un ejemplo, libros como Enterrar a los muertos, de Ignacio Martínez de Pisón.

¿Hay algún estereotipo de escritor en el que odiaría caer?

El arrogante, aquel que no está dispuesto a corregir una vez más cuando le argumentan que hay motivos para ello, el que desprecia la labor del editor y no acepta que nadie toque su texto porque piensa que lo que ha escrito es lo mejor que es capaz de hacer. Cuando uno advierte que el editor aprecia la obra del escritor y se compromete con ella, lo sensato es dejar el texto en sus manos y aprobar o no, según proceda, las sugerencias de cambios o modificaciones. Pero pensar en ellas.

¿Por qué leer?

Para crecer como ser humano. La intuición y la experiencia me dicen que los buenos lectores son mejores personas (aunque hay excepciones, claro).

¿Leer es vivir?

El caso es que, a estas alturas, vivir sin leer me parecería muy cutre.

¿Qué ha aprendido de sí mismo leyendo que no hubiera podido aprender solo?

Por ejemplo, que la realidad es de una complejidad enorme, que cada uno debe fijar la historia heredada en su propia trama, que como mejor manejemos las palabras mejor pensaremos porque aún pensamos predominantemente apoyándonos sobre todo en palabras, que el realismo es una convención, que verdad es un término muy polisémico…

¿Cuántas horas diarias dedica a la lectura?

Entre lectura en pantalla y lectura en papel, unas seis horas, más o menos. Aunque no todas ellas por placer, claro está.

¿Cómo se debe leer: en voz baja, en voz alta o sin voz?

Depende del género. No soy muy buen lector de poesía, y a veces releer en voz alta me ayuda a advertir particularidades que se me escapan en la primera lectura de un poema. Me gusta también oír lecturas teatrales, o incluso lecturas de cuentos si el lector es bueno.

¿Cuál es su sitio preferido para leer?

En una butaca en el comedor de casa, pero mientras esté cómodo me da un poco igual.

Para leer no puede faltarle…

Lamento repetirme: tiempo.

¿Quién le enseñó a leer?

A leer literatura, es decir, a ser capaz de comprender en profundidad los textos, a advertir concomitancias, juegos intertextuales, citas y parodias, ironías, simbolismos, las estructuras de las obras, a identificar la tradición de la que parten o contra las que están escritos los textos, etcétera, sobre todo Sergi Beser, un auténtico maestro; pero también Enric Sullà o Dolors Oller. Y en lo que se refiere a la literatura dramática, Alberto Blecua y Manuel Aznar Soler. Luego, muchos libros me han ayudado en ese camino, como los de Ignacio Soldevila, George Steiner, Umberto Eco, Gérard Genette, José Carlos Mainer, Curtius, Javier Aparicio Maydeu, Roland Barthes, Claudio Guillén…

¿Cuál fue el libro que le convirtió en lector?

Recuerdo la pasión con la que leí varias veces En el camino, de Jack Kerouac. Pero también Uf, va dir ell, de Quim Monzó, por limitarme sólo a dos.

¿Qué libros le han emocionado en su vida?

Muchísimos. Entre ellos, El viejo y el mar de Hemingway, El rojo y el negro de Stendhal, el ciclo El laberinto mágico, de Max Aub, La perla y Las uvas de la ira, de Steinbeck, La plaça del Diamant, de Mercè Rodoreda, Fortunata y Jacinta, de Galdós, La esperanza, de Malraux, Cien años de soledad, de García Márquez, Vísperas, de Manuel Andújar, Imán y Réquiem por un campesino español, de Sender, La libertad, Sancho, de Juan Miguel de Mora…

¿Cuáles son sus autores preferidos?

La lista podría ser también interminable y muy heterogénea, pero incluiría a Edgar Allan Poe, Pere Calders, Buero Vallejo, Richard Ford, Amélie Nothomb, Lope de Vega, Robert Marrast, Boris Vian, Tzvetan Todorov, Narcís Oller, Galdós, Thomas Mann, Dos Passos, Muñoz Molina, Henry Miller, Sánchez Piñol, Balzac, Camus, Max Aub, Paul Auster, Mauricio Wiesenthal…

¿Qué título reciente le ha dejado sin aliento?

Me dejó literalmente sin aliento, de tanto reírme, El parèntesi més llarg (Proa, 2013), de Tina Vallès, que me parece una pequeña joya y que no me canso de recomendar. Y también ando dándole vueltas a La libertad última (Plataforma, 2013), de Michael F. Ryan. Pero a menudo me quedo sin aliento leyendo el blog PiscolabisLibrorum, que tiene una calidad excepcional tanto en la elección de los temas como en los textos y las imágenes.

¿Qué libro no ha sido capaz de terminar de leer?

Es muy raro que no termine un libro si llego a la página 100 (lo cual significa inequívocamente que es legible). Tengo menos paciencia con el cine banal, porque los malos libros a menudo me enseñan cosas que pueden resultarme útiles en mi vertiente de editor. Hay muchísimos textos de los que no he llegado a la página cien.

¿Qué tipo de lector es?

Profesional y crítico, pero depende del propósito de mi lectura e intento adaptarme al tipo de lectura que el texto en cuestión propone.

¿Hay algo mejor que leer?

Sí, unas cuantas cosas, pero leer es probablemente lo mejor que uno puede hacer cuando está solo.

Todo el mundo dice que en España no se lee…

Lo importante no creo que sea tanto leer mucho, que también, sino sobre todo leer mejor, ser capaces de ir más allá de la superficie de los textos, en particular cuando hablamos de textos que tienen varias capas, de libros buenos.

¿Qué es el libro para usted?

Otra cuestión sobre la que he escrito recientemente porque me parece preocupante es la precisión léxica, la confusión entre libro y literatura. Soy partidario de reservar el término libro para el objeto. Y un libro bello y agradable es siempre un placer para los sentidos.

¿Cuál es el verdadero lugar de los libros en su vida?

En muy buena medida, soy lo que he leído. Pero incluso antes de leerlo, disfruto más ante un libro bien editado, mirándolo y tocándolo, que ante la contemplación de una pintura o de una fotografía.

¿Cuál es su relación ahora con los libros?

Afectiva e intelectual.

¿Cómo los cuida usted?

Debiera quitarles el polvo más a menudo, pero los tengo en librerías acristaladas, lo cual minimiza bastante ese problema.

¿Están sus libros limpios de notas y subrayados o los marca de alguna de manera?

En general, están impolutos (más allá de que tengan algún post-it), salvo los que empleo como material de estudio, que si son ediciones «de batalla» subrayo a lápiz.

¿Alguna mitomanía relacionada con sus libros?

Si se trata de ediciones prologadas, sólo la de no leer el prólogo hasta haber leído la obra, o cuando llego a dificultades o problemas insalvables.

¿Los presta?

Los que no son muy delicados o los que no son fáciles de encontrar y alguien necesita para estudio, sí. ¡Y a menudo incluso me los devuelven!

¿Posee ex libris?

No.

¿Hay algún olor que relacione con los libros?

No un olor, pero sí recuerdo algunas experiencias de lectura en particular. Recuerdo bien cuándo y dónde leí por primera vez el Tirant lo Blanc o la traducción de Cortázar de los cuentos de Edgar Allan Poe, por ejemplo (ambos al aire libre, por cierto).

¿Dónde suele comprar los libros?

En casi cualquier parte donde estén a la venta, desde librerías y museos hasta hospitales y estaciones de tren.

¿Cuál es su librería de cabecera?

No tengo una librería de cabecera, pero tengo la suerte de disponer cerca de casa de algunas muy buenas, como La caixa d´eines, Laie o La Central Llibretera.

¿Visita las librerías de viejo?

Me encantan, podría pasarme horas en ellas, y no vivo lejos de la calle Muntaner de Barcelona, donde hay varias y algunas de ellas excelentes. Cuando acudo allí procuro disponer de toda la mañana o toda la tarde por delante, porque sé que me disperso, me distraigo y pierdo la noción del tiempo. También me gusta muchísimo acudir a las ferias de libro antiguo, viejo y de ocasión, o al Mercat de Sant Antoni y a los Encants.

¿Qué opina de las librerías tipo Casa del Libro, Fnac o La Central?

No las pondría a las tres en el mismo saco. Casa del Libro o la Fnac, como la de El Corte Inglés, son cómodas cuando tienes que hacer un regalo apresurado, pero no me parece que contribuyan a la bibliodiversidad. La Central me parece cosa distinta.

¿Cuántos libros suele comprar en un año?

Tanto autores y traductores como editores amigos me regalan a menudo ejemplares de lo que hacen, y como consecuencia de ello entran en mi casa bastantes más libros de los que compro. Procuro no caer en la compra por impulso.

¿Cuál es su posesión libresca de la que se siente más orgulloso?

Probablemente, el ejemplar del Quijote publicado por Ramón Sopena que leyó mi padre en sus años escolares, aunque más que orgullo se trata de algo más entrañable. Aún puede leerse escrito a lápiz, “Pertenece al niño José Mengual” y a continuación su dirección en Bicorp (Valencia). También siento un gran aprecio por los libros de Carles Mengual y por algunos dedicados por buenos amigos.

¿Un libro que relea con frecuencia?

La Regenta, de Clarín, en el que cada vez descubro aspectos nuevos e interesantes, y también fragmentariamente El Quijote y el ciclo de El laberinto mágico de Max Aub.

¿Qué opina de ese fenómeno comercial que es la Feria del Libro?

La que mejor conozco es la de Sant Jordi, que sigue pareciéndome conveniente pese a la invasión de personajes mediáticos que a menudo tienen muy poca vinculación con los libros (incluso con los que ellos mismos dedican o firman).

¿Tiene libro electrónico?

Ni siquiera lo tengo en casa. Tuve uno de los primeros Papyre y luego un Kindle. Los presté y no me he preocupado por recuperarlos. No los echo mucho de menos y ni siquiera el término «libro electrónico» me parece muy acertado.

¿Qué opinión tiene sobre ellos?

Es utilísimo para quienes leemos mucho, pero deberíamos llamarlos más bien contenedores de textos o algo similar. Para quienes nos gustan los libros no tienen un gran atractivo, la verdad.

¿Cuál es el futuro del libro?

Supongo que a la larga los grandes lectores leerán sobre todo archivos, pero supongo que siempre habrá amantes de los libros, y que éstos serán mejores, más bellos.

Su biblioteca es…

Heterogénea.

¿Cuál es su fondo actual de títulos?

No tengo ni idea. Me parece poco importante la cantidad y una pérdida de tiempo hacer el cómputo.

¿Y poemarios?

Porcentualmente, muy pocos. No soy muy buen lector de poesía.

¿Qué género predomina?

Creo que debe haber tantos libros de no ficción (sobre todo biografías, historia y ensayo) como novelas. Y bastante más teatro que poesía.

¿La tiene ordenada?

Sí, por literaturas; dentro de ellas por períodos literarios, por alfabético de autores y cronológicamente por fecha de primera edición. Tenía la ingenua idea de que sería el modo de encontrarlos con más facilidad… Los libros de no ficción, por temas.

¿Sólo tiene libros en las baldas o también acumula objetos?

En las baldas hay casi de todo, algunas fotos, figuritas, fósiles e incluso una punta de las numerosas flechas disparadas en la batalla de las Navas de Tolosa, inesperado obsequio del historiador Carlos Vara.

¿Alguna peculiaridad en su biblioteca?

Ninguna en particular.

¿Cuál es el libro más raro?

No sabría decir. Tal vez uno dedicado por su autor con un pliego en blanco (de Alfaguara). Naturalmente compré otro ejemplar para poder leer la novela completa.

¿Y el más caro?

La verdad es que no lo sé ni me preocupa.

¿Hace expurgo en su biblioteca con frecuencia? ¿Adónde van a parar esos libros sacrificados?

No mucha. A menudo pasan una etapa en el trastero de casa de mis padres y luego van a parar a bibliotecas de cárceles.

¿Contiene libros en diferentes idiomas?

Predominan los libros en lenguas catalana y española, abundan en francés e inglés, y hay algunos en lenguas que soy incapaz de comprender pero que conservo por su belleza como libros, por lo atinado de sus ilustraciones, por lo bien maquetados o impresos que están…

¿Cómo debe formarse una biblioteca?

Al gusto del consumidor.

¿Qué biblioteca ha visitado y le ha fascinado?

Una de las que más que gusta es la Biblioteca Pública Arús, en el Paseo de San Juan de Barcelona, especializada en movimientos obreros y que tiene una historia tremenda. Dispone de pasadizos secretos por detrás de las librerías que permitían huir de la sala sin ser advertido y ocultar volúmenes subversivos. Y en la inmediata posguerra se mantuvo cerrada, lo que la libró de las purgas purificadoras del franquismo.

¿Qué biblioteca le gustaría visitar?

La casa de Robert Louis Stevenson, en Vailima (Samoa), por ejemplo.

Josep Mengual (Barcelona, 1967) ha trabajado durante más de veinte años en el mundo editorial, la mayor parte de ellos en Edhasa, y ha ejercido la docencia en postgrados y másters en edición en la Universidad de Barcelona, la Universidad Autónoma de Barcelona y el IDEC de la Universitat Pompeu Fabra. Licenciado en Filología Hispánica en la UAB, donde fue miembro fundador del Grupo de Estudio del Exilio Literario Español, ha escrito a menudo acerca de su especialidad en diversas revistas, tanto españolas como americanas, y ha participado en libros colectivos y congresos. Desde 2012 mantiene el blog sobre libros e historia editorial negritasycursivas. Acaba de publicar su primer libro, A dos tintas. Josep Janés, poeta y editor (Debate, 2013).