Jaime Urrutia, compositor de canciones.Jaime Urrutia, compositor de canciones.

Jaime Urrutia es una persona importante para mí. Un tipo por el que siento una especial debilidad, pues Gabinete Caligari es mi grupo musical preferido –ahora él es uno de mis cantantes favoritos junto con Pasión Vega– y forma/n parte de la banda sonora de mi vida. Algunos de los momentos más felices y más cotidianos de los últimos treinta años los asocio con su voz de trueno, desde que en aquel lejano 1985 se instaló en mi corazón como una presencia imprescindible. Este compositor y cantante, con un currículo de temas detrás de sí que apabulla por su calidad, acaba de publicar su primer libro: Canciones para enmarcar (Larousse), una recopilación de los temas más importantes de su vida donde aprovecha para contarnos sus experiencias, fantasear sobre lo que le sugieren y ofrecer todo tipo de datos. Una auténtica biografía sentimental de un letrista extraordinario. La entrevista se realizó a través de correo electrónico.

¿Qué siente ante su primer libro publicado?

En principio es muy parecido a cuando publico un disco. La expectativa de que el trabajo que has hecho con cariño e ilusión durante un tiempo llegue a alguien que lo lea o lo escuche y, al final, lo aprecie, es exactamente la misma. Pero sí siento una ilusión especial de haber editado mi primer libro como escritor, es algo que marca para toda la vida y de lo que me siento orgulloso, sobre todo porque me encuentro muy cómodo entre las letras y me gusta escribir.

¿Alguna diferencia quizá respecto a cuando publica un trabajo discográfico?

El mundo de la música funciona distinto al de la literatura, es más vertiginoso en cuanto a la inmediatez con la que un disco o una canción llegan al público y se pueden convertir en éxito o no en mucho menos tiempo que una obra literaria.

El dominio del lenguaje es una constante en sus letras. Eva Amaral, de hecho, afirma que la letra de Camino Soria es alta literatura. ¿Ha pensado alguna vez en dedicarse a la literatura? ¿Y a la poesía?

Me halaga el comentario de Eva Amaral, aunque pueda parecer un tanto exagerado. Camino Soria tiene unas referencias literarias, concretamente a Gustavo Adolfo Bécquer y a Antonio Machado, poetas que vivieron en esa ciudad castellana y se inspiraron en ella y en su entorno para escribir, y nos pareció interesante a los Gabinete hablar de ellos en una canción de desamor. No he pensado dedicarme a la literatura, yo soy músico-compositor y letrista de mis canciones, es lo que más me gusta hacer y lo que, creo, hago mejor, no tengo ambiciones ni planes más allá de eso.

Usted se considera más compositor que músico o cantante…

Sí, siempre me he considerado compositor de canciones, pero para ello hay que tener una mínima noción de música. A cantar aprendí, digamos, por obligación y también por descarte, pues nadie en aquella época quería ser el cantante del grupo. Con lo que más disfruto es con la guitarra, un papel y un bolígrafo para, después, plasmar el resultado final en un estudio de grabación.

Ha escrito pocas canciones para otros cantantes. ¿Por qué?

Salvo escasas excepciones sólo escribo para mí. Me da mucho pudor que alguien cante una canción mía, es muy íntimo. Me pasa también al contrario, me cuesta mucho interpretar una canción que no es mía.

Rafael Chirbes afirma que «leer y escribir han sido casi siempre un modo de refugio». ¿De qué busca refugio usted cuando compone sus canciones?

Está claro que la literatura, como la música y el arte en general, son refugios para el ser humano, sus penas y sus desdichas. Pero nunca me planteo esa premeditación del refugio. Cuando se escribe o se compone algo, sale y ya está, para mi es un juego tan divertido como sutil. Yo, en principio, no voy buscando ningún abrigo aunque, en el resultado final de la obra en cuestión, lo bonito es que se pueda encontrar ese sitio donde encontrar alivio o consuelo para las penas que nos acechan y atormentan. Digamos que es un misterio tan extraño como inexplicable.

Ha repetido en numerosas ocasiones que Gabinete Caligari no volverá a unirse. ¿Tan claro lo tiene?

Sí, Gabinete Caligari cumplió su ciclo y acabó para siempre. Fue bonito mientras duró. No me agradan nada esos grupos de los 80 que vuelven a intentar capturar un momento que ya pasó.

Hoy resulta más fácil comprar un tocadiscos que un reproductor de cedés. ¿Por qué?

Es una cuestión de modas, y procuro vivir bastante ajeno a todo ello. Fui un gran coleccionista de vinilos, pero me encanta la comodidad que ofrece Spotify, un programa de Internet que le ha quitado el protagonismo al CD. Los tiempos cambian pero lo importante será siempre el contenido (la música), no el continente.

¿Internet es el presente o es una amenaza?

Es un hecho cotidiano, presente y futuro, con sus pros y sus contras. No voy a ser yo quien reniegue de los avances tecnológicos del ser humano, como fueron, en su momento, la pluma, la tinta y el papel.

Tengo entendido que sacará su próximo disco en fechas próximas…

Estoy en ello. El proceso de escribir Canciones para enmarcar lo ha retrasado, pero confío que en 2015 haya un disco nuevo de Jaime Urrutia en el mercado.

¿Para ser músico hay que llevar mala vida?

La bohemia siempre ha estado y estará unida a la creatividad. Yo no me tengo que acostar pronto para levantarme todos los días a las 8 de la mañana y fichar en una oficina, pero tampoco implica que lleve mala vida. Digamos que hay un margen de libertad que conlleva el hecho de que soy jefe de mí mismo y me puedo permitir el lujo de acercarme a la, como tú dices, mala vida, de vez en cuando, cuando me apetece y sin pasarme, que los años pesan.

¿Por qué hay que defender la fiesta de los toros?

Me aburren profundamente los debates de toros sí-toros no. Soy aficionado a los toros, pago mi entrada y punto.

¿Podría describirnos un día cualquiera en su vida?

Ya dije antes que no trabajo en una oficina y que soy mi propio jefe. Cuando hay concierto, ensayos o grabación en el estudio tengo que estar ahí, horarios rígidos, muchos viajes en furgoneta y dar todo en el escenario. Es un trabajo duro como cualquier otro. Y cuando no, con mis días mejores y peores, procuro disfrutar de lo bueno de la vida: cine, libros, música y buenos amigos.

¿Su vida es como la imaginó?

Me considero un afortunado con mi vida por el hecho de haber podido ganarme el sustento con lo que más me gusta.

¿Es usted un hombre de costumbres?

Sí. El hombre es un animal de costumbres, lo escribí en una canción de Gabinete Caligari, La fuerza de la costumbre, del LP Camino Soria: «Si por costumbre amé, por costumbre olvidé…«. Me gusta la frase, sobre todo porque creo que es verdad.

¿Cuáles son las cualidades que más aprecia en la gente y en sus amigos?

Sólo una: la honestidad siempre por bandera.

¿A qué le tiene miedo?

A dormir mal y a una mala digestión. Muchos de lo miedos y males cotidianos del ser humano vienen por trastornos del sueño y del estómago.

¿Quién es Jaime Urrutia?

Un hombre que disfruta mucho de la soledad y un compositor que procura hacer buenas canciones.

¿Cómo se consigue contar una historia en tres minutos?

Con talento, dedicación y pasión por la música. Para escribir la letra de una canción siempre empiezo por su música o melodía y lo que ella me sugiere; además, adecuar una buena e inspirada rima siempre es importante y ayuda a que la canción sea buena. Me fijo mucho en los grandes maestros compositores de canciones como John Lennon y Paul Mc Cartney, Jim Morrison, Lou Reed o, en castellano, Joan Manuel Serrat y Luis Eduardo Aute, entre otros muchos que han demostrado que la música y la literatura van de la mano, aunque sea en tres minutos.

Ha confesado en otras entrevistas que compone sus canciones si se levanta de buen humor. Entonces coge la guitarra y les va dando forma.

No es del todo exacto, no depende del buen o mal humor. Lo que sí es cierto es que sueño algunas melodías y cuando me levanto de la cama procuro plasmarlas cuanto antes, por lo que suelo tener algún grabador en la mesilla de noche por si suena la flauta. Pero solamente se da en algunas ocasiones, otras exigen bastante más trabajo.

Y ha dicho también que cree tener un don en eso de levantarse con melodías en la cabeza.

Sí, claro que lo considero un don, tengo mucha memoria musical como otras personas tienen talento para otras muchas cosas. Lo considero como un juego divertido del que hay que sacar provecho.

¿Por qué siente tanto sufrimiento a la hora de escribir una canción?

El sufrimiento sólo aparece cuando la canción no sale. Componer una canción es parecido a jugar una partida de ajedrez o a resolver un problema matemático: hay que enfrentarse a un enigma e intentar resolverlo con tus propias armas. Suele ser divertido aunque, sin duda, supone y conlleva un esfuerzo grande.

¿De dónde surgen sus historias?

Normalmente del amor y del desamor, como el 99 por ciento de las grandes canciones de siempre. Y no tienen que ser necesariamente biográficas, para ello está la imaginación.

Cuando escribe, ¿qué busca, qué persigue?

Jamás me he puesto a componer con la guitarra buscando ni persiguiendo nada. Digamos que brota tal cual, espontáneamente, quizá por necesidad. Lo que sí me exijo es un mínimo de calidad, descarto y borro mucho antes de llegar al final.

Corrige mucho entonces.

Claro, y el que no lo hace es descuidado en su trabajo. Estoy seguro de que las grandes obras maestras están llenas de correcciones.

¿Tiene alguna superstición a la hora de escribir?

Ninguna, no soy supersticioso.

¿Ha escrito Canciones para enmarcar a ordenador o a mano?

En un ordenador Mac Pro de sobremesa. Tiene la gran ventaja de que no hay que ir almacenando físicamente las hojas que vas escribiendo y, en el caso del libro, poder enviar el trabajo por mail directamente a la editorial. Por desgracia estamos olvidando la pluma, el lápiz y el bolígrafo. Pero es muy cómodo: la vida moderna es así, no es nuestra culpa.

¿Dónde escribe?

Últimamente he adecuado un pequeño escritorio en la cocina de mi casa, es lo bastante grande para hacerlo, es como escribir en el lar. Desde ahí vigilo mis guisos y potajes; me gusta mucho cocinar y hacerme la comida a mí mismo, me parece como escribir o componer, algo tan íntimo como satisfactorio. La cocina, la música y la literatura tienen mucho en común: satisfacen al alma o al estómago mientras creas con tu imaginación un propio y personal universo de ensoñación para procurar ser feliz. Aunque no siempre se consiga.

¿Por qué leer?

La lectura fomenta la inteligencia del ser humano y le permite ser libre desde su más intima soledad. Cuando lees estás solo, como cuando se nace y se muere, la imaginación se dispara igual que en el mundo de los sueños. Leer es soñar, leer es vivir, leer es morir.

¿Qué tipo de lector es?

Como con la música, totalmente anárquico y ecléctico. Me gusta sobre todo la novela, las biografías y los grandes clásicos de la literatura española y universal, ahí nunca se falla.

¿Quiénes son sus autores favoritos y cuáles sus lecturas predilectas?

Cuando estaba en el colegio tuve la suerte de tener un buen profesor de literatura española que me hizo apreciar a los escritores clásicos de los siglos XIX y XX. Me gustan mucho Benito Pérez Galdós, Pío Baroja, Valle-Inclán, Azorín… Pero no desprecio nada y aprendo castellano con Lope de Vega, Cervantes, Calderón de la Barca y Quevedo, los cuatro genios de la literatura en castellano por siempre, en los que se basan los grandes escritores posteriores.

¿Qué libros está leyendo?

Voy de uno en uno. Ahora mismo estoy con Estudio en escarlata de Arthur Conan Doyle, la primera novela sobre el gran personaje de Sherlock Holmes, una obra maestra de la literatura universal. Combina el mejor suspense y misterio de la novela de detectives con una prosa, traducida del inglés, un tanto arcaica y viejuna, pero brillante y sugestiva. Altamente recomendable.

¿Deja un libro sin terminar si no le gusta?

Claro, enseguida, no me gusta perder el tiempo. Con los discos me pasa lo mismo, una mala canción denota que lo es a los ocho compases, como un libro en sus primeras páginas. Prefiero volver a empezar otra vez con algo que consiga hechizarme hasta el final.

¿Con cuál ha llorado o reído últimamente?

Hace poco releí las obras de teatro de Enrique Jardiel Poncela y no pude parar de reír, es un genio. No suelo llorar cuando leo; creo que la música y el cine, por su inmediatez, tienen más poder para hacerlo que la literatura, que se presta más a la reflexión.

¿Cómo se debe leer: en voz baja, en voz alta o sin voz?

No soy quien debe decir como se hacen las cosas. Yo, en particular, leo en silencio.

¿Cuál es su sitio preferido para leer?

Me gusta leer en la cama, recién levantado, cuando voy a echar la siesta o antes de dormir por la noche. Utilizo los libros y la radio para empezar a soñar mientras me quedo dormido. También en la furgoneta en la que viajo para hacer galas con mis músicos, son muchas horas muertas de viaje en ella muy aprovechables para la lectura.

¿Quién le enseñó a leer?

Una profesora que tuve de muy pequeño, era bastante mayor y me causaba mucho respeto, se llamaba Doña Rafaela. Mis padres se encargaron del resto.

¿Cuál fue ese libro que le convirtió en lector?

Fortunata y Jacinta, la obra maestra de Benito Pérez Galdós. Es un prodigio de buena utilización del castellano moderno y el mejor manual de gramática para aprender a escribir con orden: con sus puntos, con sus puntos y comas, con sus dos puntos y con sus precisas comas, siempre en el momento adecuado, para seguir la narrativa de la forma más ágil de enganchar al lector. Galdós fue, es, un genio, para aprender de él, más que a leer, a escribir.

¿Cómo se puede fomentar la lectura entre los estudiantes que sólo abren los libros por obligación?

No creo que en los colegios no se fomente convenientemente la lectura entre los estudiantes, pero está claro que la literatura no le tiene que gustar a todo el mundo por decreto. No soy político ni docente, mas siempre creeré en el futuro de los libros y de los buenos escritores. Mientras exista el ser humano habrá literatura, por la pura necesidad y el placer de escribir.

¿Existe una decadencia de la lectura, de los lectores?

Es un soniquete que llevo escuchando toda mi vida, pero no lo considero cierto. El gran problema surgirá cuando haya decadencia, no de lectores, sino de grandes e inspirados escritores.

¿Qué es el libro para usted?

Sonará a tópico, pero un libro que me gusta y me encandila es, ante todo, un compañero y un buen amigo al que duele dejar cuando se finaliza. Lo mejor es que siempre se puede volver a releerlo, volver a entablar complicidad y él jamás se quejará de nada. La grandeza de un buen libro está en su silencio cómplice de la verdadera amistad. Siempre estará callado mientras tú no lo abras para hablar, de nuevo, con él, cuando quieras. Me recuerda, de algún modo, al sexo más bonito y salvaje.

¿Dónde suele compra los libros?

En Madrid me gusta comprarlos en La Casa del Libro, la tienda de Espasa Calpe que está en la Gran Vía. Es una tradición desde que compraba los libros de texto para el colegio con mis padres.

¿Visita las librerías de viejo?

Normalmente no, pero cerca de casa, en mi barrio, hay una tienda-librería, un tanto cochambrosa, que me gusta visitar de vez en cuando. Aparte de libros puedes encontrar ahí revistas, postales o colecciones de cromos antiguas que me trasportan a mi niñez. La literatura tiene el don de envejecer lo suficientemente bien como para volver a volver a recrear, sin enterarte, la juventud de uno mismo.

¿Cuántos libros suele comprar en un año?

No muchos, entre diez y quince.

¿Cuál es su posesión libresca de la que se siente más orgulloso?

Uno de mi padre, Julio de Urrutia, que era periodista y escritor. Se titula Mi buena estrella y en él narra sus experiencias durante la Guerra Civil Española, cuando estuvo preso y condenado a muerte. Sólo existen unos pocos ejemplares que conservamos mis hermanos y yo, como oro en paño, con la intención de que los lean las generaciones posteriores. Y más por su calidad literaria que por su mensaje. Mi padre fue un gran periodista y escritor.

¿Alguna manía u obsesión con los libros?

Me gusta firmarlos con mi nombre y poner la fecha de la compra en las primeras páginas, aunque a veces se me olvida.

¿Posee ex libris?

No. Ya digo que suelo poner mi nombre en ellos, pero simplemente como recuerdo del día que entraron en mi vida.

¿Están sus libros limpios de notas y subrayados o los marca de alguna de manera?

Nunca me gustó hacer notas ni subrayar los libros. Tuve un profesor que me enseñó a registrar las notas en un cuaderno aparte.

¿Tiene libro electrónico?

Por ahora no, pero creo que no tardaré mucho en hacerme con uno.

¿Qué opina sobre el libro electrónico?

Me parece muy interesante por su comodidad y capacidad para almacenar muchos libros a la vez. Quiero probar la diferencia a la hora de la lectura: el contraste de sujetar un libro de papel o un aparato electrónico, por muy liviano que sea, tiene que ser grande. Pero creo que puede merecer la pena sentirte dueño de tantas obras maestras juntas en una pequeña mochila que se puede llevar a cualquier sitio para poder disfrutarlas cuando se te antoje.

¿El libro en papel será en el futuro un objeto de lujo?

No creo que se llegue a ello. Llevamos casi 20 años en la era del ordenador e Internet y no veo que hayan cerrado las librerías de mi ciudad ni que el libro de papel haya perdido importancia en el mundo. El libro clásico se mantendrá siempre, más barato, más caro o de lujo, pero siempre estará ahí. Ahora, de cara al futuro (lo dije antes) lo más importante es que sigan saliendo buenos escritores con cosas que contar.

Su biblioteca es…

Muy desordenada y anárquica, de hecho no tengo una biblioteca al uso. Tengo libros esparcidos por varias habitaciones y rincones de mi casa, y me gusta encontrármelos, de repente, para ver qué se cuentan.

¿Cuál es su fondo actual de títulos?

Sinceramente no lo sé.

¿Qué género predomina?

Sobre todos, la novela, y la biografía histórica. Guardo muchos sobre la Segunda Guerra Mundial y, en especial, del Holocausto, un tema que me obsesiona. Y, por supuesto, muchos libros sobre el mundo de la música, de cantantes, artistas y grupos de rock.

¿Qué libros le faltan?

Unas obras completas de Pérez Galdós y Pío Baroja, por ejemplo.

¿Posee libros heredados de su familia?

Sí. Mi padre poseía clásicos de la literatura española, sobre todo de Santa Teresa de Jesús, de la que era devoto, y muchos de literatura taurina. Aunque los de Santa Teresa no estén entre mis favoritos, los conservo con cariño por respeto a su memoria.

¿Hace expurgo en su biblioteca con frecuencia?

Soy muy fetichista y me cuesta deshacerme de cualquier objeto, ya sea ropa, libros o discos. Si han llegado a ser parte de mi universo, para bien o para mal, me gusta que se queden para siempre conmigo.

¿Contiene libros en otros idiomas?

Tengo algunas biografías, en inglés, de ciertos artistas de rock que me interesan no editadas en España, pero no hablo ni leo en otro idioma aparte del castellano.

¿Qué biblioteca ha visitado y le ha fascinado?

La de la Universidad Central de Oviedo. La visité en 2010 para hacer la sesión de fotos para el disco Lo que no está escrito que grabé en Gijón. Tiene algo mágico y conserva un espíritu medieval que te traslada a la película de El nombre de la rosa. Ahí te das cuenta de que el ser humano muere, pero su obra continúa a través de la imprenta.

¿Qué bibliotecas le gustaría visitar?

Ninguna en particular, prefiero ir a lo práctico: cercana a mi casa, que tenga un buen fondo y me preste un buen servicio cuando lo necesite, sin ir más lejos.

Jaime Urrutia (Madrid, 1958) es compositor de canciones, músico y cantante. Líder de Gabinete Caligari, uno de los grupos míticos de la música española, y autor de muchos de sus éxitos más populares, en solitario ha sacado cuatro discos: Patente de Corso (2003), El muchacho eléctrico (2005), En Joy (2007) y Lo que no está escrito (2010). Acaba de publicar su primer libro: Canciones para enmarcar (Larousse). Página web.