David Trueba
Blitz
Anagrama (Barcelona, 2015)
170 páginas / 16,90 € (papel)
Al igual que en Saber perder, la anterior novela de David Trueba con la que obtuvo en 2008 el Premio Nacional de la Crítica, en Blitz nos encontramos con una reflexión lúcida y a la vez amena sobre el paso del tiempo en unos seres emocionalmente frágiles como somos los ciudadanos contemporáneos, atrapados en relaciones insatisfactorias, en empleos precarios y en la acumulación enfermiza de objetos y personas, como si fuésemos víctimas de un particular síndrome de Diógenes. La literatura sirve, a veces más que el ensayo o el periodismo, para comprender, porque muestra no solo los rasgos externos de la historia sino aquello a lo que solo ella tiene acceso: las quiebras internas de los personajes.
Pero empezaré por el título, pues tiene su importancia. Blitz significa en alemán relámpago. Y un relámpago es lo que padece el protagonista de esta narración, Beto, un arquitecto paisajista de 30 años, bruscamente abandonado por Marta, su novia, en Múnich cuando asisten juntos a un congreso ¡por culpa de un mensaje de SMS equivocado! que Marta manda al hombre al que ama actualmente, y que para más inri fue su ex pareja. Aparece entonces Helga, una mujer mayor, sexagenaria, viuda, madre de hijos adultos y colaboradora en este congreso, que entra como personaje secundario aunque acaba convirtiéndose en la coprotagonista al ser su amante en las horas siguientes a su ruptura sentimental, viviendo una historia de intensa y explícita sexualidad. «No había lucha dentro de mí, sino honesta excitación ante su presencia» (pág. 119). Helga es el espejo en el que Beto se desahoga. En el sentido más literal de la palabra. Él descubre que se ha hecho mayor, que el brillo de los días felices se apaga y que sus problemas personales le ofuscan hasta el punto de no sentir empatía por el mundo que le rodea. ¿Cómo se puede gozar de la vida cuando vivimos instalados en la provisionalidad? Blitz te obliga a mirar de cerca tu propia vida bajo una perspectiva distinta.
Hay dos partes bien diferenciadas en el libro, con doce capítulos que se dividen por meses, comenzando en enero y acabando en diciembre. O sea, un año de viaje vital donde todo está sometido a la acción del tiempo, que es uno de los ejes fundamentales sobre los que se asienta la evidencia de que estamos asistiendo al final de todo. Sin embargo, este reparto de meses no es equitativo. Para enero, el primer capítulo, requiere de 114 páginas. Y para los once meses restantes tan solo necesita de 42, con capítulos de una o dos páginas. Es imposible contar más cosas con mayor economía de medios. Una novela suspiro. La certeza de estar viviendo momentos irrepetibles en la vida de los protagonistas contribuye a que el entramado narrativo se mantenga con fuerza hasta el desenlace final, donde se destapa la búsqueda de cada uno por ganarse la porción de felicidad a la que todos creemos tener derecho.
El gran tema de Blitz es la soledad, los puentes que tendemos para superarla y el apuro que provoca el haber intimado sexualmente con una mujer que le duplica la edad al protagonista. Porque si los roles hubiesen sido diferentes, mujer joven (guapa) con hombre maduro (rico), este apuro no existiría. Esta historia está más cerca de una novela psicológica como Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski, que de En brazos de la mujer madura, de Stephen Vizinczey. Eso sí, un Crimen y castigo salpimentado con intensos momentos eróticos. Himen y castigo podría haberse llamado. Aunque el autor de Cuatro amigos (Anagrama, 1999) prefirió bautizarla como Blitz porque la novela «habla de esos relámpagos que te cambian la vida».
La Literatura vela cada una de las frases de este artefacto literario de primer nivel, que resultan de una exuberancia moral y de una lucidez enormemente premeditadas, consecuencia de la inteligencia, sensibilidad y sentido del humor de un novelista que sustituye con su elegancia la crudeza de la desesperación desnuda. Trueba escribe maravillosamente bien, eso ya lo ha dejado claro desde que publicó Abierto toda la noche (Anagrama, 1995), aunque si en literatura se tratara solo de escribir bien, no daríamos abasto para tanto lumbrera. En cualquier caso, escriba lo que escriba, reflexione sobre lo que reflexione, su unidad de medida es la genialidad, no lo olviden. Y esto no deja de ilusionarme como lector. ¡Bendito David Trueba!
Gracias por la reseña Daniel, tenía ganas de leerlo y ahora aún más. Está entre mis favoritos para el Día del Libro, para regalar y que me lo regalen. Un abrazo!
Cuéntame qué te parece cuando lo leas. Me encantará conocer tu opinión. Gracias por tus palabras. Abrazo bibliófilo.
Magnífico título de la reseña. Solo por esto me pienso leer la novela.
Seguro que no te defrauda, Laura. Gracias.
He leído el libro y me ha parecido muy poca cosa. No veo por ninguna parte ese primer nivel en el que lo colocas. Creo que el libro está escrito de manera muy simple y no llega a profundizar en absolutamente nada de lo que plantea. Me ha resultado muy superficial y lo calificaría cómo totalmente prescindible. Flaco favor se hace una editorial cómo Anagrama publicando textos como este.
Es tu opinión, Eduardo. Gracias por compartirla con los lectores de ¡A los libros!
El sexo con mujeres mayores, como el que mantiene Beto con Helga, es uno de los más satisfactorios.
Gracias por la información, Bernard.
David Trueba me parece una de las personas más interesantes en el panorama cultural español actual, sobre todo porque es polifacético y casi todo lo hace bien, o al menos a mí me gusta (excepto algunas películas que quizá tenga que volver a ver, porque en su momento no supe «cogerles el punto», como se suele decir). Leí «Saber perder» y me pareció una novela magnífica (antes había leído «Cuatro amigos», y aunque más flojita, también me pareció interesante), con personajes muy cercanos y creíbles y con muchas cosas qué contar. Estoy deseando leer esta y tu crítica me anima.
Gracias, Daniel
Gracias a ti, querida Esperanza.
Acabo de terminar Blitz y creo que es una obra de mucho valor, además de que parece de otra época. Una novela para paladear y que ofrece originales reflexiones (dentro del panorama literario actual). No sé si es su mejor novela, porque la verdad es que todas las anteriores me gustaron, cada una a su manera.
Suscribo el último párrafo del post.
Saludos
Muchas gracias por tus palabras, Jaime.
me ha abierto el apetito, lo leeré
Confío en que lo devore, Chema. Gracias.