Elena Ramírez, editora de Seix Barral.Elena Ramírez, editora de Seix Barral.

Los lectores llevamos años aprovechándonos de la labor y del saber hacer de sellos como Seix Barral, Anagrama, Tusquets o Alfaguara, y lo hacemos porque confiamos en el criterio profesional de sus editores. Elena Ramírez es la editora de la todopoderosa Seix Barral, una de esas editoriales de confianza, prestigiosa, centenaria. En el país con una de las industrias editoriales más sólidas del mundo, esta mujer intuitiva está considerada como un referente. Hoy, cuando los manuales de literatura contemporánea y los suplementos culturales de los periódicos descubren cada semana cien o doscientos escritores imprescindibles, me quedo con el trabajo silencioso de Elena Ramírez como sinónimo de calidad. La entrevista se realizó a través de correo electrónico.

¿Cómo se hizo editora?

Como en un cuento. Había trabajado en muchas cosas muy diferentes y andaba perdida. Me paré a pensar y me pregunté: “¿qué es lo que más me gusta en esta vida?” La respuesta estuvo en los libros, así que hice llegar mi currículum a Alfaguara, inmediatamente me entrevistaron e inmediatamente comencé a trabajar allí como asistente editorial. El resto fue caminar (más bien, correr por los pasillos).

¿Editar un libro es una tarea más febril que escribirlo?

No lo creo, son dos tareas completamente diferentes, pero el parto, ay, esa es una tarea ingente, solitaria y sin brújula.

¿Es el de editor un oficio de locos?

Lo es, pero por los mismos motivos que lo convierten en un oficio maravilloso. Nunca hay nada seguro, no hay fórmulas; la implicación es, sólo puede ser, máxima, para lo bueno y para lo malo; se trabaja con materiales efímeros, egos, talentos, inspiración; hay que compatibilizar técnica con artesanía…

¿Recuerda cuando fue la primera vez que se sintió editora?

No el momento concreto, pero sí el sentimiento de intimidad absoluta con el texto de un autor, con su proceso de escritura, y la emoción que ello me producía.

¿Cómo se describiría como editora?

Intuitiva. Me gusta trabajar muy cerca de los autores, muy pegada a sus alegrías y sus cuitas, al texto. Me gusta acompañar al libro en todo el proceso editorial, que es largo y complejo, y no acaba en la contratación del libro. Me gusta pensar que soy una buena compañera de viaje en la carrera de algunos autores.

¿Qué pesa más a la hora de publicar un libro en Seix Barral, lo literario o lo comercial?

Hacer comercial lo literario. El lector de Seix Barral es un lector exigente. Para intentar llegar a más público he comprobado que el mejor camino es utilizar todos los recursos de marketing y promoción a nuestro alcance, pero sin traicionar siempre dos principios esenciales: la calidad del libro a lanzar y su identidad.

¿Confía plenamente en su juicio literario? Los resultados dicen que sí…

Aprendo cada día a confiar en él. Siempre vislumbro la imagen de un zahorí en busca de agua. Lo que sí es cierto es que cuando estoy segura del potencial de un libro, estoy plenamente segura y soy capaz de transmitirlo, lo cual es muy importante porque el editor no es nadie solo, forma parte de un gran equipo.

¿Cuántas personas forman en la actualidad el equipo humano de Seix Barral?

Somos ocho personas y dos becarios, pero es importante destacar que diseñadores, marketing, realización (las tripas de los libros), controlers (pasta), red comercial y compras (gestión con las imprentas) tienen interlocutores con el sello a los que considero parte esencial del equipo, no puede ser de otra forma.

¿Cuál es ahora el criterio principal del catálogo de Seix Barral?

La calidad. Es el único límite, la única barrera, entran todos los géneros, idiomas y tendencias, pero el horizonte lo marca la calidad. Cuando he bajado el listón buscando editar algo más flojo en Seix amparándome en un supuesto potencial comercial ha salido mal, no es el sello para algo así. Muchas veces pienso que determinados libros funcionarían mejor si encontrasen el sello apropiado para ellos, sean del perfil que sean, de no ser así quedan perdidos en un catálogo que no los identifica, ni apoya.

En una editorial, ¿quién crea el valor añadido?

La propia editorial genera un intangible importante en el caso de los sellos editoriales. Piensa en el negro de Tusquets o el amarillo de Anagrama y los identificas con calidad, aunque hayan tenido sus tropiezos, como todos. Pero decir «la editorial» es decir su catálogo, sus autores, por supuesto, es decir su imagen, su diseño, su proyección nacional e internacional, su coherencia. En tiempos en que sólo hablan los números, como notas musicales, nos esforzamos todos los días por pelear los silencios, el intangible, ese valor añadido que a la larga es lo que permite mantener la velocidad de crucero.

Pere Gimferrer sigue siendo el director literario de Seix Barral. ¿Cómo llevan esta especie de bicefalia?

Él asesora puntualmente, es un lujo contar con su consejo y experiencia. Y un privilegio contar con su enorme capacidad de trabajo, criba gran parte de lo que llega a la editorial con enorme criterio.

¿Quién corrige los libros de Seix Barral?

Depende del libro. Si es un autor español, normalmente yo hago un primer editing, dependiendo del autor también Pere Gimferrer. Pero el trabajo fino, el partirse el cobre con el texto recae en dos editoras: Mar García se encarga de los libros traducidos y Teresa Bailarch de los libros en castellano, y ellas a su vez trabajan con Realización, un departamento que cuenta con correctores freelance. Los textos se cuidan muchísimo en Seix Barral.

Usted está llenando de aire fresco y de calidad el catálogo de la editorial con nombres como Ricardo Menéndez Salmón, Isaac Rosa, Nuria Barrios, Pablo Gutiérrez o ahora Jesús Carrasco. ¿Satisfecha con su apuesta?

Y Laura Fernández, y Milo Krmpotic, y próximamente Mario Cuenca Sandoval. Estoy muy satisfecha, no sólo por dotar de un futuro al sello, sino porque al hacerlo quiero pensar que honro su pasado, su identidad, ya que en la esencia misma de Seix está la apuesta por nuevas propuestas literarias. Del sello surgieron Julio Llamazares, Rosa Montero, Muñoz Molina y un sin fin de autores realmente espectacular en todos los idiomas.

Sin embargo, muchos de sus autores españoles consagrados parecen sacados de la Alfaguara de los años noventa.

Lo parecen, pero si paras a mirar nombres, pasaron prácticamente todos antes por Seix Barral. Las editoriales pasan periodos cíclicos, diría con ninguna ciencia que me ampare, y el ciclo bajo de una editorial es inmediatamente aprovechado por una editorial con empuje. El Alfaguara de los 90 –yo viví en persona el empuje de Juan Cruz- supo hacer leña de un Seix dolido.

¿Alguna recomendación para los jóvenes que están intentando abrirse camino en el mundo literario?

Esta es una pregunta horrible porque mi respuesta pasa por ingenua, y no quiere serlo. Mi respuesta es no cejar en el empeño de escribir la mejor obra posible, exigirse muchísimo, y después más, y perseverar. A las editoriales llegan muchísimos manuscritos de una calidad media muy baja. Cuando uno es verdaderamente bueno sobresale claramente.

El negocio editorial parece estar cambiando más en la última década que en 200 años…

Dices década y dices mucho. ¡Los últimos cinco años han sido arenas movedizas en términos de cambios! En un negocio de por si cambiante, esto añade nuevos retos, constantes. El que deja de pedalear un segundo retrocede siglos.

Los editores actuales no tienen en general muy buena fama entre los escritores. ¿Por qué sucede esto?

No lo sabía, supongo que hay de todo.

¿Qué balance hace de su etapa en Seix Barral cuando lleva ya doce años, cinco de ellos al frente?

Soy insaciable. El balance es muy positivo, pero no dejo de pensar en cómo cruzar saltar barreras: los recursos limitados, la crisis, la identidad del sello, el mercado, las nuevas tecnologías. Creo que cuando Adolfo García Ortega, que dirigía el sello entonces, me contrató, Seix estaba muy perdido desde todo punto de vista, en la pura ruina económica, de identidad, anímica y de futuro. Adolfo supo darle la vuelta a ese calcetín y yo tomé su testigo. El gran reto ha sido romper ese muro entre «literario» y «comercial», esa creencia absurda de que literario jugaba en segunda, de que era lo que no vendía, y comercial lo que sí. Supimos montarnos al carro de los nuevos tiempos, incorporar el mejor equipo de comunicación, marketing, un cuidado diseño, y primar mucho la materia prima. Llevamos lo literario a jugar en primera de nuevo.

¿Cuál es su opinión de las editoriales pequeñas e independientes?

Son aire fresco, son un aliciente importantísimo y una muestra de que se pueden hacer las cosas bien, e incluso muy bien. Las hay que hacen una labor excelente, otras que se han subido al carro y tienen una calidad muy dudosa, pero todas han sabido cuidar la imagen trendi y alternativa tan empática para todos nosotros, lectores, libreros y críticos.

¿Qué libro ha publicado una editorial independiente y le hubiese gustado hacerlo a usted?

Stoner, de John Williams, lo publicó Baile de Sol. Pero obviamente, hay otros muchos.

¿Cuántos libros editan en un año?

Unas cincuenta novedades entre narrativa en castellano, traducida, ficción, no ficción y poesía.

¿Firmin, el delicioso libro de Sam Savage, es su gran éxito?

Supongo que es el más extravagante, por aquello de hacernos con los derechos internacionales de un autor extranjero, y el que más visibilidad internacional dio al sello por impredecible, puesto que era un libro «antiguo» para el hambre insaciable de novedad del mercado editorial.

¿Qué libro del catálogo de Seix Barral ha tenido las ventas más altas desde que usted es la editora? ¿Cuántos ejemplares ha vendido ese libro?

No sabría delimitar ventas totales en el tiempo de mi estancia, pero Eduardo Mendoza, Firmin, El club Dante, Pasión India, La elegancia del erizo y Maldito Karma son algunos de los autores y de los libros que han vendido mucho, mucho. Hablamos de entre 300.000 ejemplares y el millón.

¿Y cuál las más bajas? ¿Y cuántos ejemplares ha vendido el libro?

Hay worstsellers de menos de 500 ejemplares. ¿Sabías que la editorial Diogenes en Zurich publica, o solía publicar, anualmente su lista de worstsellers?

¿Está en América el porvenir de la edición española?

Esa es una afirmación pensando en mercados, no en gustos. Es un buen momento comercialmente hablando ya que sus mercados están muy pujantes y dado que la crisis está desbaratando las cosas aquí, cómo evolucione eso hacia un porvenir estable es otro cantar, e interesante reto más al que enfrentarnos.

¿Cómo es un día laboral en su vida?

Muy poco interesante. Depende de si viajo o no, porque me muevo bastante. Siempre madrugo mucho, veo periódicos por internet, redes sociales, leo, voy al gimnasio, entro a la oficina temprano, leo los resúmenes de prensa y arranco el día respondiendo emails, reuniones, en fin, lo típico. A menudo viajo allí donde están los autores, agentes o ferias. Los fines de semana leo y leo y leo y leo.

¿Es muy perfeccionista?

Me temo que sí, me pone muy nerviosa que las cosas no se hagan lo mejor posible.

Elena Ramírez y su Blackberry. ¿Qué tal se llevan?

Blackberry is my middle name. Y sin mi iphone no soy nadie. La primera es emails de trabajo, el segundo redes sociales, vídeos, portadas, trailers e email personal.

¿Por qué leer?

Porque cura, porque ayuda, porque satisface, porque hace feliz y mejora, porque es una de las cosas buenas que tiene la vida sin cuestión ni condición, sin peros en la lengua.

¿Qué tipo de lectora es?

Todo terreno. Me gusta leer en la calle, en cama y sofá, en la bañera, en aeropuertos; me gusta leer de todo, aunque me confieso perezosa para el ensayo que tanto me satisface cuando es bueno, y me gusta leer en distintos soportes, iphone, ordenador, ipad y papel, mi indiscutible favorito para el libro que no leo por trabajo exclusivamente. Me encanta leer en soledad, y en compañía de otra persona que lee, levantar la vista y compartir una impresión, una línea.

Y usted prefiere leer en…

El sofá del salón, cómodo, calentito y bien iluminado en invierno, e instalarme maravillosamente al aire libre en verano, sin distracciones. Recuerdo estupendas lecturas al aire libre en verano al borde del mar o la piscina. Y tal vez, sólo tal vez, con música bien escogida de fondo.

¿Cómo se debe leer?

No hay fórmulas ni reglas, pero creo que hay que darle tiempo a la lectura. Dedicarle dos buenas horas de sillón a un libro ofrece más garantías de poder entrar en el universo que abre a tus pies que si lo haces a bocaditos de cinco minutos.

¿Cuántas horas diarias dedica a la lectura por obligación?

Todo minuto libre.

¿Y cuántas horas diarias dedica a la lectura por placer?

Casi todo el tiempo que puedo cuando no estoy trabajando. Lo cierto es que si no leo un día me falta algo. Y las épocas en que no encuentro acomodo en un libro me falta un refugio, me siento inquieta, incómoda.

¿Quién le enseñó a leer?

No lo recuerdo, pero sé con certeza que la pasión por la lectura, por el mundo del libro en general, me viene de mi madre, gran lectora y periodista cultural muy vinculada durante una época al mundo del libro.

¿Cuál fue ese libro que le convirtió en lectora?

Seguro que hubo uno previo, pero recuerdo, sin saber situarlos en el tiempo, haberme caído dentro de los cuentos de Rodari, de Christian Andersen, de la Celia de Elena Fortún, los Manolos de Elvira Lindo y de todo Michel Ende. Siempre hubo tebeos, muchos tebeos en casa, nos encantaba leer tebeos.

¿Quiénes son sus autores favoritos y qué lecturas recomendaría?

Es difícil, siempre me desesperan las listas. Puedo hablar de DeLillo, de aquel Ende que me acompañó de joven, de algún Philip Roth, que no todo, de Balzac o Chejov, Tolstói, McCarthy, Julio Ramón Ribeyro o Borges, maravilloso Cortázar, sabio Sabato… no soy capaz de estructurar una lista que me satisfaga. Cada lectura tiene un momento, siempre que me piden que recomiende un libro le hago preguntas para saber qué libro podría cuadrarle. En abstracto puedo recomendar sin temor a equivocarme el infalible Sin noticias de Gurb, mucho Eduardo Mendoza; La carretera de McCarthy o El dios de las pequeñas cosas de Arundathy Roy, por ejemplo.

¿Qué libros está leyendo?

Esta Semana Santa ha caído, además de algún manuscrito por trabajo, La escoba del sistema de Foster Wallace; la relectura de un libro que me encantó hace años, Obabakoak de Atxaga; En la orilla de Chirbes, Limónov de Carrere, y, ayyyyy, y los maravillos cuentos de Mi casa querida de Alice Munro. ¡La lluvia y las anginas dan para mucho!

¿Qué libros le han impactado más en su vida?

Algunos… La historia interminable, La Regenta, Anna Karenina; Temblor, de Rosa Montero; Cien años de soledad, y no es el único de Gabo que me deslumbró; Gabriela, clavo y canela, de Jorge Amado; el Ensayo sobre la ceguera, de Saramago; La educación sentimental, de Flaubert; Antonio Tabucchi, Seda de Baricco, me impactó en su día. Hay muchos, de nuevo no puedo acotar. No volvería a todos, sin embargo, los asocio a un momento de mi vida, el libro queda asociado a la experiencia de su lectura y para siempre unido a ella.

¿Qué título reciente le ha dejado sin aliento?

En la orilla, de Rafael Chirbes. Es impresionante lo maravillosamente bien que escribe ese hombre.

¿Qué libro no ha sido capaz de terminar de leer?

Infinidad, soy de la escuela de que hay mucho por leer y poco tiempo que perder con aquello que no nos gusta. Eso sí, hay lecturas que requieren cierto esfuerzo y que si se lo das recompensan infinitamente. Un ejemplo de libro abandonado… La muerte del padre, de Karl Ove Knausgard, culpa mía, porque es tan hermoso que me pide un tiempo que no he sabido darle. Queda para el verano sin falta.

¿Con cuál se ha emocionado últimamente?

Los peces no cierran los ojos, de Erri de Luca; Intemperie, de Jesús Carrasco; Todo lo que era sólido, de Muñoz Molina. Siento citar tres libros míos, pero los tres me han despertado emociones muy intensas, mentiría si no los mencionara.

¿Existe una decadencia de la lectura, de los lectores?

La lectura es un fuego que no se extingue, pero los indicios apuntan a que los nuevos soportes y las nuevas tecnologías conducen a una lectura dispersa y rápida, menos afín al esfuerzo que requiere leer libros de forma habitual.

¿Qué es el libro para usted?

Un refugio.

¿Quién le educó en el amor a los libros?

Mi madre.

¿Cómo cuida usted sus libros?

Muy poco, me gusta doblarlos y subrayarlos, vivirlos y pasearlos.

¿Los marca de alguna de manera?

Hace años marcaba sólo la fecha de su lectura, pero dejé de hacerlo. Sin embargo, sigo subrayando. Y curiosamente, algo que no he dejado de hacer nunca es anotar en un libro en blanco todos los libros que he leído desde… hace muchísimos años.

¿Prefiere los libros recién sacados de la imprenta o los volúmenes antiguos?

Mmmm… cada uno tiene su encanto.

¿Dónde suele compra los libros?

No tengo una fija, pero mis favoritas son las librerías con buen fondo, donde hay un pequeño café, donde reina la tranquilidad para escoger sin prisa.

¿Fnac o librerías clásicas?

Ay, que me pierdes. Prefiero la tranquilidad a la hora de comprar, el criterio, el silencio.

¿Visita las librerías de viejo?

Mea culpa. No suelo hacerlo, no.

¿Cuántos libros suele comprar en un año?

Ni idea. De veras que no lo sé, pero muchos.

¿Cuál es su posesión libresca de la que se siente más orgullosa?

Soy poco fetichista, o, mejor dicho, aprecio más conservar algún volumen por razones sentimentales que de coleccionismo clásico, es decir, aprecio un volumen de Cien años de soledad echo polvo más porque perteneció a mi madre que por ser una primera edición original. O un hermoso Balzac antiquísimo porque fue regalo de un buen amigo.

¿Alguna manía u obsesión con los libros?

Me tropiezo con las tapas duras todo el rato, no me gusta la tapa dura, salvo excepciones.

¿Posee ex libris?

Sí, pero los guardo y luego no los uso. Soy de no marcar los libros y al leer, suelo doblar la esquinita de la página.

¿Qué opina de ese fenómeno que es la Feria del Libro?

Es una hermosa fiesta en que el público se encuentra con los autores. Me gusta muchísimo.

¿Ha practicado en alguna ocasión el bookcrossing?

No el oficial, pero cuando alguna vez quiero deshacerme de libros voy abandonándolos donde sé que pueden ser encontrados. Jamás tiro uno.

¿Qué opina sobre el libro electrónico?

Que es un complemento ideal para determinados momentos, como viajes, por ejemplo.

¿Qué modelo de libro electrónico tiene?

Iphone, ipad y ordenador.

¿Matará el libro electrónico a la librería de toda la vida?

Never, nunca, jamás.

¿Cómo luchar contra la copia ilegal de libros electrónicos?

Con medidas que permitan bajar el iva del libro electrónico y su precio, pero sobre todo, sobre todo, con una ley implacable y campañas de concienciación social como prioridad.

¿El libro en papel será en el futuro un objeto de lujo?

No lo creo, pero el cuidado por la forma hará de algunos de ellos objetos sin equivalente en el mundo digital.

Su biblioteca es…

Está ordenada alfabéticamente.

¿Cuántos volúmenes contiene?

Unos 2.300 calculo. Me impongo deshacerme de algunos antes de meter más en casa.

¿Hace expurgo entonces en su biblioteca con frecuencia?

Sí, a menudo.

¿Cuál es el número idóneo de libros para su biblioteca?

En realidad, si uno se para a pensarlo en un día de esos en que quiere viajar ligero de equipaje, imprescindibles en casa hay apenas unos cientos, pero ay, quien se deshace de otros asociados a buenos momentos, o algunos apenas ojeados pero que prometen tanto.

¿Qué género predomina?

La narrativa, quiero decir, predomina la ficción, novela y cuento. Hay poca poesía, soy un zote para la poesía, salvo si me la lee alguien, y poco ensayo, pero el que hay es muy preciado.

¿Sólo tiene libros en las baldas o también acumula objetos, fotografías u otro tipo de fetiches?

Alguno que otro, pero me impuse hace tiempo deshacerme de cacharrería. En general soy poco de acumular. Me gusta mucho desprenderme de cosas, viajar ligera.

¿Alguna peculiaridad?

Libros sobre Marilyn Monroe, muchos.

¿Por qué este interés hacia la figura de Marilyn?

Por su vulnerabilidad extrema.

¿Qué libros le faltan en su biblioteca?

Tantos como buenos momentos por leer, pero no la quiero ver crecer sin límite. Si entran nuevos tendrán que irse otros.

¿Cómo debe formarse una biblioteca?

A la medida y gusto de su dueño.

¿Posee libros heredados de su familia?

De mi madre, solamente.

¿Contiene libros en otros idiomas?

Algunos, no muchos.

¿Visita las bibliotecas públicas como usuaria?

No lo hago por falta de tiempo, pero cuando tenía más tiempo que recursos lo hacía con placer.

Elena Ramírez (Madrid, 1968) estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Madrid y el Master en Edición por la Stanford University de California. Trabajó en los más diversos empleos hasta que en 1994 entró en Alfaguara, donde permaneció seis años, desempeñando diversos puestos: asistente editorial, edición, derechos de autor, promoción, diseño, editorial y exportación, antes de coordinar el departamento internacional de dos divisiones del Grupo Santillana: Ediciones Generales y Punto de Lectura. En el año 2000 se trasladó a Barcelona y comenzó en Seix Barral como editora ejecutiva. En 2007 comenzó a ejercer de directora editorial. Actualmente dirige Seix Barral.