Eduardo Melón Vallat, agente literario.Eduardo Melón Vallat, agente literario.

El universo de los libros está formado por libreros, escritores, editores, bibliófilos, por personas que trabajan en el mundo editorial… Y por agentes literarios. Siempre me ha atraído el poderoso campo magnético de ese reducido cupo de todopoderosos que mueven los hilos del mercado de las letras. Pero, ¿por qué tienen ahora tanto poder los agentes literarios? ¿Por qué son tan poco conocidos por los lectores? ¿Qué trabajo realizan realmente? Para ayudarnos a conocerlos, nadie mejor que Eduardo Melón Vallat, director de AMV, la agencia literaria fundada por su madre, Anne-Marie Vallat. El buen agente, antes incluso de llamarse así, es un buen lector. Y Eduardo Melón Vallat es uno de esos lectores profesionales que nos enriquecen con su trabajo. Lo cual siempre es muy de agradecer.

No mucha gente sabe cuál es el trabajo que realiza un agente literario. ¿Nos lo podría explicar, por favor?

La labor básica de un agente literario consiste en defender los intereses del autor frente a las editoriales, sin que esto signifique que sean entes antagónicos por definición. Se trata de mediar entre una parte y otra, buscando facilitar su relación, interacción y colaboración para que ambas queden satisfechas. Lo ideal es que esa relación entre editor y escritor sea duradera, aunque no siempre es posible conseguirlo. Todo este proceso se juega básicamente en tres frentes: el primero y fundamental es el intelectual y creativo que, por supuesto, depende del autor en primera instancia. Del agente depende decidir qué autores y qué obras escoger. El agente está tomando una decisión y ahí es donde entra en juego su criterio. La tarea posterior es saber qué editorial o editoriales podrían estar interesadas en publicar la obra y autor elegidos. Para esto es primordial estar informado de las líneas de cada editorial y estar al día de lo que publica cada una.

También será importante conocer al editor de manera personal.

Por supuesto, y saber cuáles son sus gustos. La mejor forma de hacerlo es reuniéndose y asistiendo a ferias; siempre es bueno poner una cara detrás de un email. De hecho, he comprobado que, salvos casos contados, la relación mejora, se hace más fluida. Llegados a este punto, deberíamos haber encontrado uno o varios editores interesados en publicar a nuestro autor: entraríamos en la fase de negociación, en la cual el agente tendrá que decidir cuál es la oferta que más conviene a su autor, siempre de acuerdo con él, aconsejándole y guiándole. Una vez más, los criterios en base a los cuáles tomar esta decisión serán diversos: no siempre más dinero es sinónimo de mayor calidad; también se tienen en cuenta otros factores como la infraestructura de la editorial, su capacidad de promoción de la obra, su presencia en librerías o su prestigio literario, entre otros. Y precisamente si esta fase resulta estratégica en mi opinión es porque muy posiblemente tenga influencia en la carrera del autor a largo plazo. Este es un punto clave en lo que se refiere a la defensa de sus intereses. Posteriormente y, una vez que se ha llegado a un acuerdo entre editor y autor, la labor del agente entra en su fase administrativa. Consiste en redactar el contrato de cesión de derechos, velar por que se respeten los plazos, tanto de pago como de publicación, comprobar que la obra se publica correctamente, verificar los estados de venta que el editor debe enviar anualmente y transferir al autor las cantidades que le corresponden.

¿Qué se necesita entonces para ser agente literario?

Creo que son necesarios tesón, perseverancia y constancia a la hora de trabajar. También es muy importante ser capaz de hacer muchas cosas a la vez, leer muchas obras distintas al mismo tiempo; tener una reunión por la mañana con un editor de novela histórica, después ir a comer con otro que hace ensayos sobre arte, por la tarde trabajar con un autor en su última novela negra y finalmente, ya de noche, asistir a la presentación de un libro de relatos o a la fiesta anual organizada por una editorial. En este mundo se echan muchas horas al día y es inevitable llevarse trabajo a casa. Además, por supuesto, es necesario tener olfato para escoger una obra u otra, un autor u otro. Y el olfato no es sólo literario, sino también humano.

Lleva 15 años trabajando en la agencia literaria que creó su madre, ¿qué ha aprendido en todo este tiempo?

Concretamente de mi madre he aprendido a trabajar de forma honesta. También he aprendido que en este trabajo nunca voy a dejar de aprender; siempre va a haber alguien que ha leído más que tú y que sabe más que tú. Se trata de ser humilde pero sin dejarse impresionar. Y he aprendido a no desfallecer cuando las cosas salen mal. Más bien al contrario, se trata de aprender de ese tipo de situaciones.

¿Por qué la inmensa mayoría de las agentes literarias son mujeres?

Bueno, a esta pregunta habría que añadirle «en España» porque, concretamente, el mundo anglosajón no es así. En la feria de Frankfurt, a la que asisto todos los años, veo mesas y más mesas a mi alrededor ocupadas por hombres. En España, imagino que la importancia de Carmen Balcells ha sentado cátedra en este sentido.

¿Cuál es su criterio a la hora de aceptar a un escritor en su agencia?

Me temo que la situación actual hace difícil mantener un criterio verdaderamente homogéneo y además depende del tipo de novela que escriba cada autor. Para mí es importante que sea alguien con vocación. Por otro lado, como decía antes, el factor humano es importante: necesito llevarme bien con mis autores.

¿Están los agentes literarios al servicio de los escritores, o es al revés?

Claramente el agente está al servicio del autor.

¿Cuál es su mayor alegría hasta el momento como profesional?

Unas cuantas, pero la más reciente probablemente sea haber cedido los derechos de El extraordinario viaje del fakir que se quedó atrapado en un armario de Ikea, de Romain Puértolas, un libro que publicará Grijalbo y que va a dar que hablar.

¿Qué esconde la palabra publicar?

Esconde, sobre todo, mucho trabajo.

¿Cuál es el modo más eficaz para publicar una primera novela?

En mi opinión es importante un buen tema, pero también, por supuesto, una forma de escribir, ser capaz de tener una voz propia. Creo que eso se consigue habiendo leído mucho previamente.

¿Conseguirá el formato digital arrojar al libro en papel al olvido?

Lo dudo; creo que siempre habrá un reducto de gente que siga prefiriendo el papel, concretamente en lo referente a literatura de calidad.

¿Los demasiados libros acabarán con el libro?

Es cierto que demasiados libros se fagocitan unos a otros pero no creo que eso sea lo que acabe con el libro; es más, no sé qué es lo que puede acabar con el libro.

¿Se rechazan los manuscritos porque no tienen calidad literaria para ser publicados o porque no tienen perspectivas comerciales?

Dependerá del criterio del agente o del editor, pero las razones del rechazo pueden ser literarias, comerciales o ambas.

La era digital está generando nuevos modelos, desde el proceso de creación hasta la relación autor-lector. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Pienso que todo aquello que nos aporta lo digital no cambiará lo fundamental, que es el placer de leer.

¿Están claros los derechos digitales en estos momentos?

Dentro de un orden se ha estabilizado la forma de negociarlos, pero en sí mismos los derechos digitales evolucionan en la medida en que evoluciona lo digital.

¿Cuántas personas trabajan con usted en AMV Agencia Literaria?

Tres.

¿Cuántos escritores representan ustedes en estos momentos?

36. Aparte de 22 fondos editoriales franceses y de colaborar con otras agencias representando a sus autores en ciertos territorios.

¿Qué géneros literarios venden bien ahora?

La novela negra y la novela histórica se mantienen. La literatura erótica ha vuelto con fuerza, cómo no. De todos modos, noto que lo que mejor funciona a largo plazo es todo aquello que tiene un fuerte componente emocional.

¿Están concedidos de antemano todos los premios literarios?

Que yo sepa, no.

¿Qué es un libro que no se lee?

Un montón de papel malgastado.

¿Sobrevivirán las letras impresas a esta crisis moral y económica?

Como dije antes, siempre habrá por lo menos un reducto.

¿Con qué odia perder el tiempo?

Con el papeleo.

¿Quién es Eduardo Melón Vallat?

Que sean los demás quienes lo digan.

¿Por qué leer?

Porque es divertido, porque -a veces- se aprende y porque es un tipo de experiencia que difícilmente se obtiene de otra manera.

¿Leer es vivir?

No creo. Pero es mejor la vida con lectura, al menos la mía.

¿Qué tipo de lector es?

Con el tiempo supongo que me he convertido en demasiado profesional y leo muy rápido, pero lo que me gusta es saborear el libro. Y para eso necesito leer lento.

¿Cómo se debe leer: en voz baja, en voz alta o sin voz?

No sé cómo se debe leer. Yo leo sin voz.

¿Cuántas horas diarias dedica a la lectura?

Probablemente demasiadas.

¿Cuál es su sitio preferido para leer?

Mi cama.

¿Cómo es ese espacio, si no es mucha indiscreción?

Está en un dormitorio normal y corriente.

Para leer no puede faltarle…

Que esté todo limpio.

¿Quién le enseñó a leer?

Mis padres y mis profesores, si mal no recuerdo.

¿Cuál fue ese libro que le convirtió en lector?

Probablemente los tebeos de Astérix y los de Tintín. Pero recuerdo que mis padres me trajeron algunos libros de Bukowski de la feria del libro y aquello me impresionó bastante.

¿Cuáles son sus afinidades literarias?

La comedia ácida es probablemente lo que más me gusta. Pero realmente siempre acabo volviendo a los clásicos: Balzac y Dostoyevski, o más contemporáneos, como Kennedy Toole o Truman Capote. Y para relajarme y reírme leo y releo a Wodehouse.

¿Qué lecturas recomendaría?

Balzac, de quien recomiendo todo; Dostoyevski, de quien recomiendo empezar por El jugador o El idiota; Bernhard, de quien recomiendo El origen, y Iceberg Slim, de quien recomiendo Pimp.

¿Qué libros está leyendo?

Aparte de los manuscritos que leo por trabajo, ahora mismo estoy leyendo El jardín de los Finzi-Contini, de Giorgio Bassani. Es una maravilla.

¿Qué libros le han impactado más en su vida?

La montaña mágica, de Thomas Mann. Es casi un libro de cabecera para mí.

¿Qué libro reciente no ha sido capaz de terminar de leer?

Prefiero no decirlo por si el autor lee esta entrevista.

¿Con cuál se ha emocionado últimamente?

Con Billie, el último de Anna Gavalda.

¿Qué ha aprendido de sí mismo leyendo que no hubiera podido aprender sin la lectura?

De mí mismo creo que nada, pero, como decía más arriba, creo que sólo leyendo se llega a un tipo muy concreto de experiencia íntima a la que yo, desde luego, no sé llegar de otra manera.

Todo el mundo afirma que en España no se lee…

Y es cierto, pero sólo en parte.

¿Qué es el libro para usted?

Desde una fuente de placer hasta mi medio de vida.

¿Cuál es su relación ahora con los libros?

Profesional por un lado, como agente literario; y vocacional por otro, estrictamente como lector.

¿Quién le educó en el amor a los libros?

Mis padres.

¿Cómo cuida usted sus libros?

De ninguna forma especial. Me gusta que se vean trabajados.

¿Los presta?

Intento evitarlo, pero no porque se estropeen, sino porque no los suelen devolver.

¿Prefiere los libros recién sacados de la imprenta o los volúmenes antiguos?

Tanto los unos como los otros tienen un olor que me gusta.

¿Dónde suele compra los libros?

Tanto en grandes cadenas como en pequeñas librerías. E incluso online.

¿Qué opina de las librerías tipo Fnac, Casa del Libro o La Central?

Que tienen mucha oferta. En ese sentido son prácticas.

¿Cuál es su librería de cabecera?

Varias, por ejemplo, La Fugitiva, La Buena Vida, Tres Rosas Amarillas y Tipos Infames.

¿Visita las librerías de viejo?

Poco, la verdad.

¿Cuántos libros suele comprar en un año?

Treinta o más.

¿Cuál es su posesión libresca de la que se siente más orgulloso?

Probablemente La montaña mágica: la tengo en la edición antigua de Plaza & Janés en bolsillo (destrozada pero con mucho encanto) y en la nueva de Edhasa.

¿Alguna manía u obsesión con los libros?

Ninguna.

¿Posee ex libris?

Uno de Quevedo, pero no es mío sino de mi padre.

¿Están sus libros limpios de notas y subrayados o los marca de alguna de manera?

Por lo general limpios.

¿Qué opina de ese fenómeno comercial que es la Feria del Libro?

Que supone una ayuda a la hora de vender libros para los editores y una buena forma de ver y comprar libros para los lectores. Y además en un parque y con muy buen ambiente.

¿Ha practicado en alguna ocasión el bookcrossing?

Sí, una vez dejé en un banco una edición de La montaña mágica. Y encontré por ahí un libro de Irvine Welsh cuyo título ahora no recuerdo.

¿El libro en papel será en el futuro un objeto de lujo?

Es posible que sí.

¿Cuál es su marca de libro electrónico?

Tengo un Kindle y un Sony Reader. Y soy capaz de leer incluso en el Iphone y directamente pdfs en el ordenador.

¿Qué opina sobre el libro electrónico?

No me apasiona, pero no parece que tengamos alternativa. En cualquier caso me parece una pena y un error que se esté vendiendo tanto el soporte como gadget o novedad y que el contenido haya pasado ya a un plano secundario, cuando en realidad es lo que importa.

¿Cómo luchar contra la copia ilegal de libros electrónicos?

Con la ley y con la concienciación. Y aún así, a estas alturas, puede ser ya una batalla perdida.

Su biblioteca es…

Fundamentalmente bilingüe. Hay muchos títulos en francés y algunos en inglés.

¿Cuántos volúmenes contiene?

Nunca los he contado.

¿Cuál es el número idóneo de libros para su biblioteca?

No creo que importe el número, lo que importa es que tenga buenos libros.

¿Cómo debe formarse una biblioteca?

Poco a poco. Con paciencia.

¿Qué género predomina?

En la mía hay francamente de todo; tal vez predominen las biografías de músicos, las novelas clásicas francesas y la literatura humorística británica.

¿La tiene ordenada?

La tengo mal ordenada.

¿Cómo clasifica su biblioteca?

Hasta donde se puede por géneros y después es un poco al azar.

¿Sólo tiene libros en las baldas o también acumula objetos, fotografías u otro tipo de fetiches?

Sólo libros.

¿Alguna peculiaridad?

Ninguna.

¿Qué libros le faltan en su biblioteca?

No sabría decir… Muchos.

¿Posee libros heredados de su familia?

Digamos que los poseo, pero siguen en la biblioteca de mis padres.

¿Hace expurgo en su biblioteca con frecuencia? Si es así, ¿adónde van a parar estos libros?

Sí, de vez en cuando. Los llevo a la agencia y de ahí los mandamos, junto con otros títulos de la agencia que ya no sirven, a bibliotecas, colegios, ONG’s, etcétera.

¿Visita usted como usuario las bibliotecas públicas?

Hay dos: la que está cerca de mi casa y la que está cerca de la agencia. Pero voy poco.

¿Cuál es el libro más caro de su biblioteca?

Probablemente un libro ilustrado sobre Bob Dylan. Pero fue un regalo.

¿Y el más raro?

No creo que tenga ningún libro especialmente raro.

¿Qué biblioteca ha visitado y le ha fascinado?

La Biblioteca Nacional de París me impresionó bastante.

¿Qué biblioteca le gustaría visitar?

La de algún escritor que me guste. Por ejemplo, no me imagino cómo será la biblioteca de Irvine Welsh. Seguro que una locura total.

Eduardo Melón Vallat (Madrid, 1975) cursó estudios de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. Trabaja en AMV Agencia Literaria desde hace catorce años y la dirige desde hace uno.