
Llevo diecisiete años dedicándome a escribir crítica literaria. Leo un libro, lo finalizo y empiezo a pergeñar algunas ideas en un folio tras un análisis instintivo sintiendo en mis dedos el roce del papel. Pocas veces sin embargo me ocurrió lo que me ha sucedido hoy: terminar de leer dos libros seguidos que me dejan sin palabras. Algo que no puede decirse todas las semanas. Ni todos los meses. Ni todos los años. De hecho, ni siquiera sé por dónde empezar esta reseña de dos auténticas joyas sobre el papá de Tintín.
Lo que hace al belga Georges Remi, alias Hergé (1907-1983), un artista de primer orden es una suma de cualidades. La más evidente es la de haber levantado una obra monumental como Las aventuras de Tintín, que lo ha situado como uno de los iconos culturales más perdurables del siglo XX y cuya fama ha sobrepasado ampliamente los límites de las viñetas del cómic para incorporarse al imaginario colectivo. Pocos personajes como este periodista con cabeza redonda, dos puntos como ojos, un característico mechón de pelo rubio y esos desfasados pantalones bombachos han sido capaces de alcanzar tal repercusión.
Mucho se ha escrito acerca de las cualidades artísticas que hacen de Tintín una creación singular: lo logrado de sus personajes, no sólo de los principales, sino también del magnífico elenco de secundarios; lo cuidado de sus localizaciones, el realismo de la ambientación y la documentación minuciosa; el acierto, coherencia y ritmo de las aventuras que se narran; y la sabia combinación de suspense, referencias históricas y humor hacen de la obra de Hergé un hito difícilmente superable. Hay autores que se explican por acumulación y sedimento de la obra de toda una vida.
Quizás por estas razones se hayan vendido más de doscientos veinte millones de álbumes y se hayan traducido en más de ochenta lenguas y dialectos. Son aspectos a tener en cuenta a la hora de analizar los dos volúmenes que acaban de editarse sobre el maestro de la línea clara.
Museo Hergé (Zephyrum Ediciones, 2013), del periodista Michel Daubert, es un libro profusamente ilustrado compuesto por siete capítulos: Como un inmenso cómic, G.R., apodado Hergé, Una familia de papel, En las fuentes de Hergé, En el planeta Tintín, La gloria de R.G. y La obra, que sigue la estructura del Museo Hergé, con un capítulo por sala expositiva. Sirve de guía por tanto para el centro diseñado por el arquitecto Christian de Portzamparc e inaugurado el 2 de junio de 2009 en la ciudad belga de Louvain-la-Neuve (a 25 kilómetros de Bruselas).
Este museo de papel contiene unos textos de fino orfebre -no sólo está bien documentado sino también escrito con gracia y soltura- que se recomiendan por sí mismos, que piden una lectura reposada en esta edición magníficamente ilustrada para meternos en el tema, no para sacarnos. Pero si resulta interesante por dentro, por fuera, como objeto, es una obra maestra con cubiertas espectaculares y con cortes decorados como el cohete que llevó a Tintín y a Milú, su inseparable fox terrier blanco, a la luna.
Museo Hergé hará las delicias de todos los amantes del universo tintinesco y con el que salivarán de gusto. Uno de esos libros espectaculares que no se acabarán nunca porque es fácil intuir que nos apetecerá releerlo al no desgastarse con el tiempo. Incluso es muy posible que conserve inalterable todo su potencial de sugestiones.
Hergé, hijo de Tintín, por su parte, es la concienzuda biografía de Benoît Peeters, la última persona en entrevistar al dibujante en 1983 a instancias del propio biografiado, y de una de sus más completas monografías junto a la de Pierre Assouline publicada por Destino en 1997. El presente trabajo, editado por la casa andaluza Confluencias, uno de esos pequeños sellos que parecen los únicos capaces de arriesgar y salirse de los caminos trillados, amplía y mejora las primeras incursiones de Peeters en el universo hergeiano gracias a una abundante documentación que en su mayor parte permanecía inédita.
Hay dos atribuciones que hay que reiterar ineludiblemente a la hora de enjuiciar esta especie de diario: la destreza admirable a la hora de contar una vida por parte de Benoît Peeters y la influencia de Tintín en el devenir de Hergé, pues álbum a álbum –desde las páginas de Le Petit Vingtième al éxito internacional- le acabó condicionando. El libro explica también que Hergé no quiso que se siguiera su obra después de su fallecimiento. La polémica está servida.
A medida que aparecen estudios sobre Hergé, también resulta más notorio que están preferentemente referidos a glosar algunos aspectos concretos de su trabajo, mediatizados por los vaivenes del gusto. Hergé, hijo de Tintín es una obra global y un prodigio de literatura en estado puro, pues la abundancia de páginas de interés hace que este libro sea un modelo de inteligencia creadora y delicia bibliófila.
Hergé murió el 3 de marzo de 1983, hace ahora 30 años. Murió el hombre, pero nació el mito. Y dejó un legado impresionante, por lo que proliferan desde entonces las biografías, los análisis y estudios, las tesis doctorales, los programas de televisión, los números especiales de revistas y los libros sobre su persona y su obra.
Estos dos nuevos e imprescindibles libros sobre este genio europeo nos proporcionan a todos los lectores –y en especial a los tintinófilos- una gran ocasión festiva. Porque no importa a qué género, temática o corriente pueda adscribirse una determinada obra, porque al cabo sólo existe buenos o malos libros. Y estos dos son de los buenos. Mejor dicho, de los extraordinarios.
Oh Daniel, lo estuve ojeando el viernes en Quorum y me pareció un libro increible que pensé en comprarme para los Reyes. Si ahoras vas tú y además lo recomiendas… Lo compraré esta tarde, que no me aguanto. Besos tintinescos.
¡Siento haberte estropeado tu lista para los Reyes Magos! Tiempo habrá, seguro, para que añadas algunos libros más a esa lista tan especial. Besos.
Magnífica crítica, Daniel.
Agrada y maravilla que se dediquen obras y espacios literarios como ¡A los libros! a una parte tan importante de nuestra narrativa moderna.
Un abrazo.
Muchas gracias, compañero. El noveno arte es importante para ¡A los libros!, por supuesto. Y mucho más si se trata de Tintín. Abrazo.
Qué gran articulo y qué ganas de leerme estos dos libros me has dejado. En cuanto tenga algo de dinero, voy a por ellos del tirón. Buen trabajo el tuyo, Daniel. Un abrazo.
No te defraudarán, Angus G., ya me contarás tus impresiones. Gracias por tus palabras. Abrazo.
Estupendo artículo, Daniel, que nos abre el apetito tintinero y nos da ganas de abalanzarnos sobre estas dos obras. Un saludo.
Tu trabajo en Ladrones de almas es una dignísima herencia de Hergé, querido José Luis. Y para quién no lo conozca, aquí les facilito un enlace. Muchas gracias por tus cariñosas palabras. Abrazo.
http://www.netcom2editorial.com/asp/ficha.asp?Id=249&C=5&T=mena1
Excelente artículo, Daniel. Me he deleitado con gusto. Soy una forofa de Tin Tin. Tengo el «Museo Hergé» y es de una gran belleza, tanto por dentro, como por fuera. No tengo palabras para expresar lo que sentí al tenerlo entre mis manos. Gracias.
Museo Hergé es volumen realmente impresionante, en todos los sentidos. Muchas gracias por tus siempre gentiles palabras. Besos.
Como verás, si te metes en mi página web y miras en «mis dibujos», las ochenta y tantas viñetas de mi Historia de España (no acabada), la influencia de los libros de Tintín es notable, aunque evidentemente, estoy muy por debajo de su calidad y su preciosismo. Compré los primeros «Tintines» en Francia con pocos años, cuando salían en una especie de TBO creo recordar que con su nombre. O sea que Tintín (o /ten-ten/, en la pronunciación francesa) ha sido mi acompañante en los sueños de mi infancia y juventud. Tengo toda la colección de sus libros en las primeras ediciones francesas de CASTERMAN de las que estoy muy orgulloso y de las que me niego a despojarme, aunque ahora cuestan una pasta. Antes, había en París en una bocacalle del Bd St Michel, (no recuerdo si es Vaugirard o M le Prince) una tienda dedicada exclusivamente a Hergé y su obra. Hoy ha desaparecido, pero siempre que voy a Francia y veo algo relacionado con Hergé y con su obra, me lo compro con avidez. La noticia que traes en tu blog eta mañana te aseguro que no va a caer en saco roto. ¡Muchas gracias por compartirla!
Enhorabuena, José Luis. Son unos dibujos realmente interesantes. Me gusta mucho en lo que estás trabajando. Lástima de esas tiendas especiales que cierran. Muchas gracias a ti por leer ¡A los libros! Abrazo.
Gran reseña, sin duda alguna. Tenía pensado leer estos cómics dentro de unas semanas pero creo que los leeré lo antes posible. Tintín ha sido siempre uno de mis dos comics favoritos. Saludos!
Me he quedado con la duda de cuál será su otro cómic favorito. Gracias, José Luis. Saludos.
Es Louvain-la-Neuve, no Louvain-la-Neuf…
Corregido. Y muchísimas gracias por la aclaración.
¡¡¡Yo también llegué a la luna con Tintín y Milú, ectoplasma, troglodita, chupatintas, invertebrado!!! ¡¡¡Me fastidié la rodilla en el cráter Hipparchus y ahora me lo pagas no nombrándome!!! ¡¡¡Mil millones de rayos!!!
Le pido disculpas, queridísimo Capitán Haddock, por semejante olvido imperdonable de mi parte. Para compensarle, quisiera invitarle a unos tragos del whisky Loch Lomond. ¿Acepta?
Hergé es mi héroe. Si tuviera que llevarme un sólo libro a una isla desierta, con todo el dolor de mi corazón, tendría que dejar mis obras completas de Pushkin y llevarme un Tintín; Tintín ha sido, es y será mi compañero de vida.
Tintín es el compañero de vida de muchísimos lectores, estimado Galix. Y me alegra conocer que también es el suyo. Muchas gracias por compartir sus sentimientos hacia Hergé y hacia Tintín.
Desgraciadamente leí algún Tintín ya mayorcete y no llegó a engancharme. Pero decidí coleccionarlo para mi hija que acaba de cumplir 6 añitos. Creo que será tintinófila pese a los muchos entretenimientos que tienen los niños de hoy en día. Siempre recordará a su padre cuando vea o toque algún volumen de su colección de Tintín.
Gracias por las reseñas, como siempre, Daniel. Un abrazo, hermano lector.
Nunca es tarde para empezar, Sanjuan. Y gracias a ti, siempre. Abrazo de ida y vuelta.
De pequeño ‘Los cigarros del faraón’ de mayor ‘Las joyas de la Castafiore’ (le tengo dedicado un post en el blog) y todos a cualquier edad.
Saludos
Muchísimas gracias, querido compañero. Saludos.