Ilustración de Albert Robida publicada en 1895.Ilustración de Albert Robida publicada en 1895.

Una de las joyas de mi biblioteca es el volumen Cuentos de bibliófilo, en edición de Ramón Miquel y Planas, con cincuenta láminas estampadas por medio de los más nobles procedimientos de la reproducción gráfica, editado en magnífico papel de hilo por el Instituto Catalán de las Artes del Libro en 1951 y del que sólo se hicieron 700 ejemplares. El libro contiene relatos de nueve autores franceses (Nodier, Flaubert, Bonnardot, Asselineau, Daudet, Uzanne, Doucet, Louys, Mille) y cinco españoles (Taboada, Conde de las Navas, Diego San José, Pérez Nieva y Álvarez Quintero), precedidos por un magnífico prólogo del bibliófilo catalán de más de cien páginas.

Pero no es de este libro del que les quería hablar, sino de la reciente aparición de Cuentos para bibliófilos de Octave Uzanne, publicado en 1895 con ilustraciones de Albert Rabida, y que ha editado Trama, con traducción de Sonia Berger Bengoa. Llevaba años rezando a Santa Wigorada para que algún editor avispado nos facilitara la posibilidad de leer esta colección de relatos en la lengua de Cervantes (El fin de los libros era el único que hasta el momento estaba traducido). Estas once piezas son toda una delicia para los amantes de los libros, aunque he disfrutado sobremanera con La herencia Sigismond. Luchas homéricas de un auténtico bibliófilo. Hacía mucho tiempo que no lo pasaba tan bien leyendo un cuento.

Charles Nodier, con su relato El bibliómano, publicado en 1831, dio pie a este subgénero literario sobre la bibliofilia y las manías librescas que posteriormente cultivaron algunas de las mejores plumas europeas –sobre todo las francesas– de finales del siglo XIX, aunque en muchos casos son cuentos eclipsados por los cánones. Esta creación de Nodier fue sin duda la consagración del personaje del enfermo del libro en la literatura como referencia ineludible.

Este tipo de narraciones breves que tienen como eje de su trama el fervor por el libro son mis preferidas, como a otros lectores les atraen los de viajes o los relacionados con el mar –cómprense por cierto Libro de las mareas. Historias de náufragos, de Hilda Martín, Quorum Editores, 2015–, por lo que las busco en las librerías de viejo. En las de novedades es bastante difícil encontrar alguna, aunque de vez en cuando resulta posible, como sucede ahora con el tomo de Uzanne.

Propongo una idea a los editores con buen ojo que aún quedan en el sector: publicar una buena selección de este tipo de cuentos para los numerosos amantes de los libros con los autores arriba citados más Anatole France, Octave Mirbeau, Jules Claretie, Georges Duhamel, etcétera, o con escritores de otros países, en una buena edición, de calidad, con ilustraciones de dibujantes contemporáneos. Tengo bastante claro que sería un libro que vendería bien pues existe un fuerte interés en este tipo de literatura. Me ofrezco como responsable de la selección y para escribir la introducción. ¿Qué editor recogerá el guante? ¿Lo hará alguno?

Daniel Heredia